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El músico libertario

Hermeto Pascoal

XX festival de jazz del palau (valencia)

Músicos: Hermeto Pascoal (teclado, acordeón, flauta, etc); Aline Morena (voz, guitarra de 10 cuerdas, percusión corporal); Itiberê Zawarg (bajo eléctrico y percusión); André Marques (piano, flauta y percusión); Vinícus Dorin (saxofones, flautas y percusión); Fabio Pascoal (percusión y dirección de palco); Ajurina Z warg (batería y percusión).

Incalificable, inclasificable, a ratos incomprensible y siempre inasequible (al desaliento), se presentó ayer, por vez primera, Hermeto Pascual en el Festival de Jazz del Palau de la Música de Valencia. A sus 80 añazos presenta una vitalidad más que envidiable y una creatividad insultante resultando un espectáculo disparatado por momentos y que pasa de la genialidad al desconcierto como del piano con muñecos de goma a la tetera con y sin agua.

Lo cierto es que este brasileño nacido en el 36 es un músico con un currículo que impresiona (Miles Davis, Gil Evans, Airto Moreira; Montreux, Berklee€) y que no deja indiferente a nadie. Es un poco como el arte abstracto. Su show bascula entre lo teatral, lo circense y lo musical. Su puesta en escena es, como poco, estrambótica. Su arsenal de instrumentos y sonidos, inagotable y agotador a la vez.

Como sus dos horas y media de música ininterrumpidas. O como su melodía recién compuesta mientras viajaba en el AVE. Y terminada allí mismo, sobre el escenario en el, seguramente, momento más bello (y figurativo) del concierto. O su Danza húngara de Brahms con el ¿émbolo de una flauta de émbolo? Y, por supuesto, sus peleas (literales) con la microfonía. Nada de esto se presta a la ambivalencia.

Para ello se rodea de un grupo de excelentes músicos, especialmente Vinícius Dorin o André Marques; adeptos todos de esta religión libertaria de Pascoal que no deja prisioneros y que tanto triunfó entre la psicodelia de los años setenta. En todo caso, se haga uno adepto o no, ir a un concierto de Hermeto es una de esas cosas que hay que hacer por lo menos una vez la vida. Quien sabe, a lo mejor acaba usted convertido.

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