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Ejemplares de prensa

El coleccionista de crónicas

El valenciano José Latorre cuenta con casi mil ejemplares de prensa desde 1750 - Lamenta que la Biblioteca Valenciana rechazara su ofrecimiento para exponer su muestra de periódicos y revistas

El coleccionista de crónicas

El «arte» de coleccionar siempre ha sido socialmente considerado como una tarea laboriosa de puertas para adentro, ejercida por personas meticulosas y discretas, casi invisibles, y que son bastante escrupulosas con sus singulares «tesoros». Aunque ese es sólo un estereotipo. A José Latorre, un vecino coleccionista de la ciudad de Valencia, sólo le bastó entrar en los años noventa al Museo Metropolitano de Arte (MET) de Nueva York —uno de los museos más destacados del mundo— para encontrarle un sentido trascendental a esta afición, que acabaría adquiriendo con la asunción de un compromiso «antropológico».

«Entré con el prejuicio del que piensa que todo lo que forme parte de una colección de arte privada no le interesa. Me impactó conocer todo lo que albergaba el museo. Entendí que la suma de muchos coleccionistas privados había hecho del MET uno de los museos más grandes del mundo. De modo que desde ese momento me comprometí a emprender una tarea de conservación, como muchos otros», explica este funcionario de la administración, que a sus 55 años conserva casi 1.000 ejemplares de prensa y revistas españolas, la mayoría de entre 1750 a 1925, con cabeceras tan emblemáticas como la revista modernista Hispania (1899), El Diario Mercantil de Valencia (1834) o la Hoja del Lunes (1925).

Por aquel entonces, Latorre empezó a deambular por las librerías que cerraban la persiana a buscar ejemplares de prensa interesantes. «Los vendían a peso porque querían deshacerse cuanto antes de ellos. Yo me pasaba horas leyéndolo todo», reconoce este coleccionista, quien acabó siendo un enamorado de la prensa como espejo de una sociedad que había empezado a embarcarse en otra era con la llegada del s.XXI.

«A través de las páginas puedes conocer verdaderamente a las personas de entonces. Cómo eran, cómo vestían, qué les preocupaba... Si no fuera porque yo me he preocupado, esta memoria periodística estaría totalmente perdida, y las nuevas generaciones no podrían verla. El papel de los coleccionistas es muy importante», asegura Latorre, quien considera que estos ejemplares, como otros objetos del pasado, «sufren el estigma que acompaña a lo viejo». «Siempre se relaciona lo 'viejo' con lo 'inútil', cuando es todo lo contrario. Conocer el pasado nos ayuda a comprender el presente y a adivinar el futuro», señala.

Es tal el deber que siente Latorre con su colección, denominada «Crónicas del ayer», que está dispuesto a alquilar un bajo aunque le cueste «mil euros» con tal de exponerla, pues ya ha comprobado que las instituciones no están «por la labor» de albergar una colección privada.

«Me puse en contacto con la Biblioteca Valenciana y no quisieron acoger mi colección porque ellos únicamente exponen fondos propios, un planteamiento absurdo. No quiero dinero, sólo enseñar lo que tengo. Por eso empecé a recoger ejemplares», y añade: «el ciudadano paga muy caro el rechazo de las entidades públicas al trabajo de los coleccionistas, ya que están perdiendo mucho», afirma este vecino valenciano, que elogia el modelo de gestión cultural de países como EE UU, donde «las instituciones abren siempre las puertas a los coleccionistas, por ser fieles colaboradores de la transmisión de la cultura», explica.

«¿Estamos seguros de que todo el dinero que se está invirtiendo en cultura está al nivel que el ciudadano reclama y merece? Todos sabemos lo que ha pasado durante tantos años en entidades culturales como el IVAM», señala Latorre en referencia a la gestión de Consuelo Císcar al frente del museo valenciano de arte contemporáneo.

Historia del periodismo español

A través de los ejemplares de este vecino se puede comprobar a simple vista la evolución de la prensa española. Primero vinieron los dibujos e ilustraciones, después las fotografías y luego el color, que luciría especialmente en revistas modernistas, infantiles y culturales del siglo XX, como Mundo Gráfico (Madrid, 1911), El Patufet (Barcelona, 1904) o La Esfera (Madrid, 1914), por donde pasaron escritores como Miguel de Unamuno o Emilia Pardo Bazán. «Una de las cosas que más me impresionan de algunas publicaciones es su gran preocupación literaria. En muchas revistas se publicaban cuentos y relatos de Charles Dickens, Shakespeare, Tolstoi... Y todo ello a pesar del bajo índice de alfabetización», señala Latorre, quien todavía se sienta a releer muchos de los ejemplares. Algunos de los periódicos valencianos que conserva datan incluso del periodo de la ocupación napoleónica.

A pesar de que siente fascinación por las publicaciones de finales del siglo XIX y principios del XX, también conserva algunos con noticias que han marcado la memoria de la sociedad valenciana actual, como el ejemplar de Levante-EMV sobre la riuà de Valencia, con fotografías de la calle Pintor Sorolla donde el agua llegaba hasta un metro y medio de altura, o ejemplares con sucesos que han hecho historia como los atentados del 11-S en las Torres Gemelas de Nueva York.

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