Dice que ha tardado tres meses en aterrizar. ¿Ya ha comprobado que en la Administración las cosas van más lentas de lo que desearía?
La Administración es compleja, sus tiempos no son los de la vida cotidiana porque se supone que es garantista, hay unos procedimientos y unos filtros. Pero no ha sido tanto ese el problema como tomar conciencia de esta institución. Yo conocía el Consorci desde fuera pero a nivel interno había cosas que desconocía.
Por ejemplo...
Que la Gallera era un espacio alquilado. Eso lo sabía, pero el dinero que costaba al año mantener ese espacio abierto. Tampoco sabía que el Centre del Carme había pasado hace dos años de ser gestionado por la conselleria a ser gestionado desde el Consorci, sin que se hubiera aumentado la dotación económica para mantener el centro, lo que representa una merma de programación de 600.000 euros al año.
¿Cómo reaccionaron en conselleria cuándo dijo que dejaría de gestionar La Gallera y Los Baños del Almirante ?
Se aceptó. Son decisiones basadas en datos y de una manera objetiva. No son caprichos ni calentones, son acciones que responden a una planificación. Si el Carme consume alrededor de 600.000 de presupuesto para mantenerlo, quiere decir que en Valencia el Consorci no debería invertir más recursos en el mantenimiento de espacios. Es una sobrecarga económica y un desequilibrio respecto a Alicante y Castelló; estaríamos cayendo en el centralismo de nuevo. Al Centre del Carme le vamos a dar un gran dinamismo pero la Gallera costó 108.000 el año pasado y los Baños cerca de 40.000; es mucho dinero.
¿Y no es responsabilidad de las instituciones del Gobierno valenciano que esos espacios no cierren, buscar una salida?
La Gallera es un espacio privado. Hice la gestión con el Ayuntamiento de Valencia porque se trata de un elemento patrimonial, lo comuniqué y en principio manifestaron que no pueden asumir más espacios. En el caso de los Baños, a través de la mesa de Turismo Cultural se va a trazar un plan que le dé utilidad a nivel patrimonial y turístico. No se trata de dejar el espacio abandonado. Como sala expositiva tiene pocas posibilidades, así que hay que utilizarlo para otros fines. Tenemos que ser valientes para romper las inercias y no hacer las cosas porque siempre se hayan hecho.
