Hubo un Mariscal previo al olímpico y muy auténtico. Antes del Cobi, Javier Errando fue uno de los renovadores de la historieta valenciana, como se puede contemplar en el IVAM, en la gran muestra de «Valencia Línea Clara». Mariscal, como todos los artistas, regresa a los orígenes y cada vez vuelve más a casa.

A partir del 16 de septiembre, la Galería Pepita Lumier de Valencia mostrará una parte del trabajo inédito del ilustrador valenciano en «Los Garriris la peli», el proyecto más personal de Mariscal, que le ocupa ahora la mayor parte de su tiempo, un largometraje de sus primeros cómics.

Pepita Lumier mostrará un material inédito de bocetos, trabajo gráfico de creación de personajes y desarrollo gráfico del guión de la película. «Apuntes. Bocetos para una peli de Garriris» cuelga por primera vez obras impresas sobre papel arte y firmados por el autor, impresiones sobre materiales especiales como metacrilato e impresiones en blanco y negro intervenidos individualmente por el artista. Una ventana de arte digital para acercar la obra de Mariscal a todo tipo de público.

Obras realizadas sobre papel de algodón de alta calidad que, juntamente con las tintas pigmentadas, dan como resultado un acabado perfecto y de una calidad cromática extraordinaria.

Dislexia creativa

El nombre de los «Garriris» tiene su intrahistoria. Según ha confesaso muchas veces el propio Mariscal, es disléxico y cuando era niño no podía leer «gr» y pronunciaba «garriri, garriri» ante la consecuente guasa del personal. Sin embargo, fue capaz de darle la vuelta al contratiempo y crear unos personajes que siempre estaban gruñendo. Los primeros «Garriris» vieron la luz en 1974 en el cómic El Rollo Enmascarado y luego en las míticas revistas El Víbora y Cario. Desde entonces fueron saltado a otros soportes como camisetas, variopintos objetos, cristal pintado o cerámica. Eran personajes marca Mariscal, tanto que uno de ellos, Cobi terminó como mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona d 1992.

Los «Garriris» se convirtieron en personajes de culto entre la modernidad artística, tanto que terminaron en una exposición antológica en la Seita (la tabacalera francesa) de París en 1994.

Ahora la película en que trabaja Mariscal se ambienta a principios de los setenta y trata de dos jóvenes de 20 años que toman el barco hacia Formentera para ser hippies, es un viaje hacia la libertad en busca de «sexo & droga & rock and roll».