Aires de perpetuo galán y vocación de último romántico en el cine, desafecto a la nueva edad de oro de la televisión. Así se presenta Hugh Grant y ese discurso ofreció en su visita al festival de San Sebastián para presentar su último largometraje, «Florence Foster Jenkins», en el que ejerce de escudero de Meryl Streep. A pesar de que a Grant le toque admitir que es probable que hoy los mejores guiones estén en la televisión, afirma que «no tiene ganas» de explorar ese camino porque le gusta «la idea de agarrarse al cine glamuroso de antaño».

«Algunas de las cosas que me encantaban del cine ya no son lo mismo que hace veinte o treinta años. Mis amigos me dicen que por qué no pruebo, pero es que no quiero hacer el esfuerzo, me gusta la idea de agarrarme a ese cine», remarca. Con el mismo encanto que derrocha en sus papeles, el considerado un eterno «sex symbol» londinense afirma rotundo que prefiere la magia del cine: «Tiene un algo romántico especial que ni la mejor televisión de hoy en día podría igualar».

Recordado para siempre por papeles como el de la supertaquillera «Notting Hill» sigue convocando masas a su llamada, como ocurrió en su visita al festival, a donde un leve retraso provocó que público y periodistas se arremolinaran en torno a él en cuanto apareció por la puerta de su hotel. Grant mantiene el típico sentido del humor británico que el actor reconoce como seña de identidad y guarda la distancia sobre su idea de qué son las películas para él: nada de pensamientos profundos. «Para mí, ni es una cuestión religiosa ni una cuestión de fe. Yo lo hago lo mejor que puedo para que las películas sean entretenidas y no sean demasiado tontas», apunta como un primer mandamiento. Ha rodado más de medio centenar de películas con los mejores directores del mundo y recuerda que, de Woody Allen, le quedó un consejo que él mismo ha transmitido a sus hijos: «El 98 % del éxito es aparecer en el plató. Así que, ese es el primero: aparece y hazlo». Otra figura que le dejó huella: Roman Polanski. Dice de él que fue el primer director con quien se dio «realmente cuenta del poder que tiene el cine como algo diferente y más grande que la televisión».

Grant contesta lacónico y nunca acumula respuestas para preguntas dobles; no opina sobre el Brexit porque le «agota» el tema, esquiva con chistes las cuestiones que exigen mayor profundidad y reflexiona sobre lo sobrevaloradas que están a veces la sinceridad y la autenticidad, «leit motiv» de la cinta que estrena estos días, dirigida por Stephen Frears. Reconoce, eso sí, que le tenía tanto «miedo» al director, al que conocía por su activismo social y político, como a su compañera de reparto, Meryl Streep: «Hacer escenas emocionales con alguien que tiene 19 nominaciones a los Oscar es absolutamente intimidatorio», abunda divertido. En la película la estadounidense se convierte en Florence Foster, la «peor cantante de ópera de la Historia», una rica heredera que existió y que dedicó todo su dinero y esfuerzo en cantar en el Carnegie Hall, lo cual consigue gracias al cariño de su marido, Clair Bayfield, a quien interpreta Grant.

El actor, explica, se preparó más que nunca para hacer el papel: se fue a Nueva York para documentarse sobre el personaje real y leyó sus diarios «y cartas que se han conservado». «Me sorprendió que después de la muerte de Florence seguía siendo un mal actor en paro y seguía intentando buscar trabajo. Eso fue una clave para mí. Quería que la gente supiera que detrás de este actor tan guapo y elegante había un actor trágico sin trabajo», rememora sobre su tarea. Es la segunda vez que visita el festival Zinemaldia de San Sebastián, aunque dice que, de la primera, cuando llegó con «Remando al viento» en 1988 „de Gonzalo Suárez„, no se acuerda de nada porque debía de estar «muy borracho».

Las estrella prefiere bromear cuando se aborda la etiqueta que le persigue. Así, dice confiar en que el mundo del cine siga contando con él para darle papeles de «estrella romántica», aunque ahora se dedicará al cine infantil, porque tiene «centenares de hijos» y tiene que mantenerlos «entretenidos». «Acabé haciendo estos papeles por equivocación. Buscaba un buen guion y los que me llegaban eran comedias románticas, y hacerlo no es tan fácil, dicho sea de paso. Es más divertido interpretar tipos malos, al héroe, pero realmente no estoy tan seguro de que siempre haya tenido éxito haciendo esos papeles», zanja.

También cuenta que rechazó trabajar en la tercera parte de «Bridget Jones» aunque se lo pidieron «muchísimas veces» porque «no había forma» de hacer funcionar a su personaje. Si la tele no le atrae, dirigir tampoco. Grant dice que «no es el momento» de pasar al otro lado de la cámara. Su vocación está más que clara.