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Entrevista

Mathias Enard: "Europa no puede pensarse como una isla, eso no funcionará"

El especialista en Oriente visita Valencia con el máximo premio de las letras francesas bajo el brazo

Mathias Enard: "Europa no puede pensarse como una isla, eso no funcionará"

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­En alguna ocasión ha reconocido Mathias Enard (Niort, Francia, 1972) que el premio Goncourt a La brújula, se debe a su visión desasida de clichés sobre Oriente. Su protagonista, el insomne Franz Ritter, está enfermo de una melancolía bombardeada por la violencia actual en la que, sin embargo, Enard se empeña en buscar brotes de «esperanza».

¿El libro lo escribió como una necesidad íntima o le «obligó» la guerra en Siria?

Los años de la escritura coinciden con la guerra y el trasfondo va entrando en la novela. De hecho, algo del tono melancólico del libro viene del contraste de la violencia actual en esa zona y lo que habríamos podido imaginar como futuro más pacífico.

¿Todo está perdido en países como Siria, Irak... ?

No. Pero ahora son países destrozados. La rabia tenaz del gobierno ruso en contra de las poblaciones civiles... Pero tenemos que ver más allá de la violencia para tener una esperanza. Esa esperanza la tengo.

¿Los discursos de la última cumbre de la ONU le suenan a palabras huecas?

Hay algo muy cínico en esos discursos. El discurso de Ban Kimoon es sincero pero luego Rusia y Siria han esperado el final de la cumbre para bombardear Alepo de nuevo. Realmente esos discursos, para el ciudadano sirio, no significan nada. Ahora la pregunta es mucho más simple: ¿Alguien tiene medios para parar la guerra? Y la verdad es que no lo sé.

El libro trata de desmontar clichés sobre Oriente. ¿Cuál de los que han echado raíz es el más pernicioso?

Esas representaciones vienen de cuando Europa y Estados Unidos entraron para dominar la zona. Se construyeron al tiempo que el orientalismo, esa pasión artística de Europa por Oriente. La más común es: «Oriente es imposible de entender»; también «Oriente es violento». Estos clichés tienen la finalidad de mostrar que como la violencia es natural allí nosotros también podemos ser violentos con ellos.

En un mundo en el que se proclama que casi se han disipado las fronteras. ¿Las que hay entre Oriente y Occidente son más visibles que nunca?

Es paradójico ver que somos víctimas de estos clichés cuando hay más presencia de musulmanes, de gastronomía oriental, de culturemas de todo tipo.

Muchos de los que llegan a Europa quedan estancados en campos de refugiados. ¿Estamos incubando generaciones de odio?

Desde hace décadas. El problema de la Unión Europea es que es muy potente económicamente pero políticamente muy débil. Se está dejando al azar geográfico gestionar la crisis (de refugiados). Pero hay pequeñas luces de esperanza, como la última política de Alemania, el país que más ha acogido, con una visión de futuro

¿Por dónde se empiezan a curar heridas?

Europa no puede pensarse como una isla, eso no va a funcionar. Siempre se ha construido relacionándose con lo que tiene alrededor. Y esa es la esperanza: pensar una Europa abierta a ideas y gente nueva. Y con una política exterior más eficaz: la mejor forma de parar el flujo de refugiados es parar la violencia en Siria.

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