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Entrevista

Inma Chacón: "Me halaga que la gente llore con mis libros"

Inma Chacón traslada el ambiente de una pequeña aldea gallega a su nueva novela «Tierra sin hombres», una historia basada en hechos reales donde sus protagonistas luchan contra el destino moldeado por las manos de otros.

Inma Chacón: "Me halaga que la gente llore con mis libros"

Su última novela se titula «Tierra sin hombres». ¿No se le ha echado encima nadie del género masculino?

Alguno sí que ha preguntado «¿cómo es posible?» (risas). Hay una aldea en Kenia en la que decidieron echar a los hombres después de una vida sometidas a su dictado. Es la única tierra, que se sepa, que vive sin hombres. Mi libro trata sobre los hombres que se tuvieron que ir forzados, que se iban a hacer las Américas, a cumplir un sueño. Sin embargo, se encontraron una vida muy dura. Algunos no volvieron porque se traían con ellos el fracaso. Las mujeres se quedaban en su tierra, con sus heridas. Son lo que Rosalía de Castro llamaba «viudas de vivos», mujeres que tienen que sacar adelante a sus familias y sus posesiones, sus tierras de labranza.

Parece más duro, incluso,...

La viuda de un muerto tenía el reconocimiento legal y social. Era un luto limitado. La del vivo tenía que guardar también el luto pero sin saber cuándo iba a acabar. Su vida giraba alrededor de la ausencia.

La obra está ambientada en una pequeña aldea gallega. Destila «morriña» por los cuatro costados.

Sí. Algo ha tenido que calar en la sociedad cuando gran parte de hombres del medio rural tuvieron que irse. Esa nostalgia hasta la rezuma el paisaje.

El destino es otro protagonista velado de su novela.

Sí, la fatalidad que imponen otros. Las protagonistas se rebelan contra ese destino diseñado por otras manos que no son las suyas. Quieren escapar de su destino, cada una a su manera.

Parece que ese dramatismo, lo fatal, gusta. ¿Nos atrae sufrir, en la literatura?

Es la atracción por historias como las tragedias griegas, que son la propia vida. Reflejan todas las emociones del ser humano: ira, pasión, amor, venganza, celos, entrega, desamor... Y siempre tienen un final terrible. Sin embargo, nos gusta. A mí me halaga cuando la gente me dice que ha llorado con mis novelas. Es porque los personajes te enternecen, te emocionan. Lo que nos produce al mismo tiempo es un sentimiento de esperanza: mientras un personaje sufre esperas que se solucionen sus problemas.

Sabela, una de las protagonistas, no es capaz de llorar.

Es un lugar en el que se ha movido la mujer, en general, casi siempre. Una función callada pero a la vez de cimiento de la familia y la sociedad.

Es fácil identificar esos sentimientos en su novela...

Sí, porque son los grandes temas de siempre: deseo de justicia, amor, celos, venganza, rencillas familiares, secretos bajo juramento. Una novela de amor también lo es de intrigas, costumbres y personajes.

Algunos parecen peligrosos. ¿Cuál es el más dañino?

La falta de libertad y los condicionamientos sociales.

La aldea en la que viven las protagonistas tampoco lo pone fácil...

Sí. Sigue existiendo el condicionamiento del pueblo, el qué dirán. Ahora no estamos en un pueblo, sino en la aldea global y en ella se transmiten rumores por redes sociales, que pueden hacer mucho daño. No hemos acabado con eso, al contrario, ahora los altavoces son mucho más potentes. Aunque, al menos, tenemos la capacidad de poder responder.

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