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Vivalbiondi

Obras de Vivaldi (La Gloria e Imeneo, RV 687. Gloria, RV 589).

palau de les arts (valencia)

Intérpretes: Solistas. Cor de la Generalitat. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Director: Fabio Biondi. Entrada: Alrededor de 1.400 personas (prácticamente lleno).

6 de octubre de 2016.

Que Fabio Biondi (Palermo, 1961) es un discreto director de orquesta resulta tan evidente como su calidad de violinista y recreador de la música de Antonio Vivaldi y de otros compositores italianos de su tiempo. Se puso bien de relieve en el monográfico vivaldiano que ofreció el jueves en el Palau de les Arts con dos obras tan disímiles como la reiterativa, extensa y hasta en ocasiones plúmbea cantata La Gloria e Imeneo y el absolutamente genial Gloria, escuchado en la segunda parte. Para esta última obra maestra sumó a las dúctiles huestes de la Orquestra de la Comunitat el en esta ocasión deslumbrante y maravilloso Cor de la Generalitat, cuya excelentísima interpretación hizo olvidar al destemplado y desajustado conjunto escuchado estos mismos días en las representaciones operísticas de L´elisir d´amore.

Ni la acústica poco acogedora del Auditori del Palau de les Arts ni la muy excesiva e inapropiada plantilla de cuerda utilizada en la primera parte del programa pudieron restar méritos a un concierto sobresaliente, en el que brillaron sin excepción todos los participantes. Las voces solistas de la soprano Roberta Invernizzi, la contralto Sonia Prina (histriónica y de graves mermados) y la mezzosoprano nipona Nozomi Kato (en el Gloria) fueron coprotagonistas de esta gran velada vivalbiondiana, en la que el músico palermitano mostró su absoluta cercanía anímica y musical con el fecundo creador de Las cuatro estaciones.

El Vivaldi de Biondi, de acusados contrastes dinámicos, tiempos vivos, luminoso e incuestionable calidez, cala de inmediato en el oyente. Incluso en una obra como La Gloria e Imeneo, compuesta en 1725 para la boda del jovencísimo Luis XV de Francia (15 años) y no publicada hasta 1967, en París, su convincente y hábil interpretación indaga los detalles y aspectos más remarcables para otorgar envergadura al débil conjunto. La entrega y muy dramatizada colaboración „excesiva en ocasiones la contralto Sonia Prina„ de la pareja solista, el estupendamente resuelto bajo continuo y la soberana calidad de la cuerda de la Orquestra de la Comunitat Valenciana contribuyeron a redondear tan notable recreación.

La notabilidad alcanzó la excelencia sin peros en la segunda parte, con un Gloria en el que la obra maestra encontró maestros intérpretes en todos y cada de sus doce números. El Cor de la Generalitat sacó sus mejores calidades y cualidades para bordar una prestación excepcional. Afinación, empaste, belleza vocal, flexibilidad y fidelidad al dictado de Biondi fueron ejemplares. ¡Qué maravilla escuchar un coro en el que cada una de sus cuatro voces se escucha con absoluta unicidad y afinación, y no como resultado de la mal amalgamada suma de las diversas afinaciones de cada miembro! ¡Bravo al Cor de la Generalitat y bravo a su director, Francesc Perales!

Espléndida igualmente la Orquestra de la Comunitat Valenciana en un ámbito estético tan alejado a su naturaleza como es el barroco. De la mano, de la batuta y del arco de Biondi destiló una sonoridad y un estilo en la más pura tradición, sin nada que envidiar „todo lo contrario„ a muchos de los reducidos conjuntos especializados que surgieron hace ya dos o tres décadas bajo la moda de las interpretaciones historicistas. A la excelencia de la cuerda se sumaron las intervenciones no menos óptimas en el bajo continuo y en el acompañamiento de Christopher Bouwman (oboe), Salvador Sanchis (fagot), Rubén Marqués (trompeta) y Rafal Jezierski (violochelo) y los ignominados intérpretes de clave/órgano y laúd/teorba. Gran éxito, claro.

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