Departamentos hipertróficos, puestos duplicados, caos en la distribución de tareas y externalizaciones que podrían ser evitadas. La auditoría a la plantilla que encargó la presidenta del Palau de la Música, Glòria Tello, a principios de año, alumbra un mastodonte sin reflejos y con las articulaciones desengrasadas aposentado en el viejo cauce del Túria.

Ayer se mostraron las conclusiones a los medios de comunicación pero se escatimaron los detalles, pendientes «de un análisis más profundo» y por razones «éticas»: apenas se acaba de entregar el documento al comité de empresa y al consejo de administración, y lo urgente era enviar «un mensaje tranquilizador» a los trabajadores. Así lo remarcó el director de la institución, Vicent Ros. La propia Tello admitió la celeridad con la que se había mostrado el análisis, apuntando que ella apenas había leído las conclusiones del informe.

La auditoría ha sido únicamente realizada al personal de administración, 73 trabajadores, porque los músicos (90 en plantilla) son especialistas: «Si uno es violinista no se le puede preguntar qué otra tarea desempeña», razonaba Tello. La Orquestra de València, recordaba también la presidenta de la institución, tiene un volumen por debajo del que requiere una formación de esa índole. Las entrevistas a los trabajadores se han llevado a cabo entre marzo y septiembre por la empresa Altair y, aseguraba Tello, no se ha investigado si hay casos de enchufismo, una situación que ella misma deslizó en enero, como motivación para llevar a cabo esta consultoría. Decía Tello ayer que no se trataba de señalar «nombres y apellido» sino de constatar cómo funciona el Palau. El informe ha costado 19.000 euros y los responsables presentes recalcaron que sus resultados no son vinculantes. Jose Manuel García, subdirector de gestión, e Ignacio Rosat, jefe de recursos humanos, secundaron a Ros y Tello en la presentación del documento.

Rosat dijo que hay departamentos «sobredimensionados» sin especificar cuáles, que hay puestos carentes de contenido y que es necesario un manual de funciones. Lo «perentorio», añadió, es un plan de prevención para la plantilla.

Pero más allá de las reformulaciones de horarios y reasignaciones de tareas, descolló el término «reestructuración». Al respecto, los presentes ayer no quisieron señalar una solución definitiva. Si bien apuntaban que la «intención» es que no haya ningún despido, con un matiz: «en la medida de lo posible» (Tello).

Rosat recogía uno de los puntos del informe que señala «algún departamento innecesario» y sugiere «la amortización de determinados puestos de trabajo después de la jubilación», además de proponer «una relación de puestos excedentarios por no considerase necesarios». No especificaron cuáles y explicaron que la solución pasa por invertir en formación para la plantilla, con tal de que los trabajadores de esos departamentos «innecesarios» integren unidades dedicadas a servicios que hoy son externalizados. «Queremos que sea consensuado», decía Vicent Ros.

El esfuerzo por «no dramatizar» (Ros) con el documento se entiende por el «nerviosismo» que el proceso ha despertado en parte de la plantilla, según fuentes internas. A los trabajadores también se les ha transmitido que el objetivo es que no haya despidos. La propia Tello matizó la receta del informe para ganar en eficiencia, explicando que estos documentos se emiten «para una entidad privada», y cabe adaptar sus indicaciones para la empresa pública.