El encuentro internacional de artes escénicas clausuró ayer su edición en Valencia con un buen sabor de boca para la organización, que ha conseguido reunir a más de 700 profesionales de 45 países diferentes en diez escenarios valencianos. «Se han producido sinergias muy positivas, así como contactos interesantes de los que pueden surgir proyectos», asegura el director artístico del IETM (Informal European Theatre Meeting), Jacobo Pallarés, a Levante-EMV. «Los programadores extranjeros se han sorprendido al ver el trabajo tremendamente creativo que tenemos aquí», señala el responsable, que los próximos días mantendrá reuniones con la administración para hacer un balance exhaustivo del encuentro, aunque Pallarés ya avanza que uno de los factores negativos del evento ha sido la poca «reacción» del sector escénico privado. «¿Dónde han estado? No sé si no han sabido implicarse o no les interesaba la internacionalización. Este era un evento para la totalidad de las artes escénicas de la ciudad», ha lamentado el director artístico, quien insiste en la relevancia de un encuentro cultural como el IETM para potenciar la programación valenciana.

«Las instituciones tienen que beneficiarse de los contactos que hemos hecho y de las conferencias, donde han podido conocer otros modelos de gestión. Un evento así tiene que dejar poso porque se han invertido muchos recursos. Además, el IETM no es como los eventos que se hacían antaño, donde las administraciones "quemaban la falla" y ya está», apunta. El encuentro ha contado con un presupuesto de 215.000 euros, gracias a la implicación del Institut Valencià de Cultura (48.000 euros), la Diputación de Valencia (26.000 euros), Las Naves (20.000 euros), el TEM (5.000 euros), el Ministerio de Cultura (60.000 euros) o la Fundación Inndea.

Según Pallarés, los profesionales que han asistido al encuentro han celebrado que esta edición estuviera «concentrada» principalmente en un sector de la ciudad, como son el Teatre El Musical y Las Naves de El Cabanyal, ya que en la anterior edición, celebrada en Ámsterdam, la programación y los asistentes quedaban «diluidos» por la ciudad.