­Las fábulas y los cuentos suelen dar mucho de sí a la hora de imaginar recónditos paradisíacos donde las leyendas esperan a la vuelta de cada esquina. El señor de los anillos y El hobbit fueron algunos de esos cuentos que pusieron el foco en el entorno rural como fuente del deleite, aunque con una especial atención al estómago. La Comarca „la región de los hobbits en las obras de J.R.R. Tolkien„ y la rica cultura de «los medianos» inspiró a un valenciano a materializar en la cocina la gastronomía plasmada por Tolkien en sus obras. José Olmos se propuso así convertir un local de tapas de Sagunt en la despensa de Bilbo Bolsón. De ese pensamiento «romántico» ya han pasado siete años en los que Olmos y el propietario de la Taverna de la Serp, Jesús Soriano, han encabezado una iniciativa única en España, como son las jornadas gastronómicas en torno a la figura del escritor británico, en colaboración con la Sociedad Tolkien Española, y que duran hasta finales de noviembre.

En concreto, este Bolsón valenciano registró alrededor de 40 recetas en los libros de Tolkien para incluirlos después en la carta. . «Fue un gran amante de la gastronomía. En realidad, lo reflejó en la personalidad de los hobbits, a partir de los cuales salen gran parte de las menciones gastronómicas de sus obras», afirma José Olmos. De hecho al autor, que durante 20 años fue profesor en la Universidad de Oxford, se le atribuye la siguiente cita: «Si diéramos a la comida más valor que al oro, éste sería sin duda un mundo más feliz».

Huevos con panceta, carnero asado o guiso de conejo son algunos de los platos que con más frecuencia aparecen en las obras de Tolkien. «En El hobbit es donde más salen, a pesar de que es mucho más corto. A veces lo hacen en forma de platos y otra con simples menciones a alimentos. Los huevos con panceta es uno de los que más protagonismo tienen en la historia, como por ejemplo en la escena en la que Bilbo se encuentra en unas cuevas antes de su primer encuentro con Gollum. Allí sólo hacía que pensar en comerse este plato a su llegada a La Comarca». Según Olmos, el espíritu de los hobbits se «asemeja también a la personalidad de los propios valencianos», ya que «siempre estamos dispuestos a bailar y a tocar música», y «somos de la cultura del buen comer». Este tabernero ha tenido que hacer cambios en las recetas para que «encajen» dentro de las posibilidades de una taberna, como también para responder al público vegetariano.

«Hubo vegetarianos en las obras de Tolkien, como Beren, abuelo del rey elfo Elrond. Este personaje aparece en la novela El Silmarillion, donde cuenta que dejó de comer animales después de que éstos le ayudaran a sobrevivir en el bosque». Desde la taberna también se atreven con las lembas, el plato mágico por excelencia de la Tierra Media. De hecho, el local ha organizado un concurso, donde los comensales deben presentar su propia interpretación de la receta. «Este alimento cuenta con un gran peso en las tramas. Normalmente los cocina y los entrega una reina elfa», explica.

Autor popular, pero desconocido

A pesar de que la popularidad de los libros llega hasta la actualidad, J.R.R. Tolkien todavía es un gran desconocido para el público. Al menos su faceta personal y académica. «Se sirvió de su bagaje sobre la mitología nórdica o la literatura británica para crear a las criaturas de su universo. De hecho, los nombres de los enanos de El Hobbit proceden de la tradición islandesa, y los roles que encarnan algunos de los personajes de El señor de los anillos, como Aragorn, proceden del poema épico anglosajón, Beowulf», explica Helios de Rosario, presidente de la delegación valenciana de la Sociedad Tolkien Española, quien además asegura que los hobbits proceden de otros cuentos más románticos, cercanos a la tradición literaria victoriana. «Tolkien fue contracorriente, ya que en su época se iniciaron los movimientos modernistas y de ciencia ficción».

Otras de las facetas desconocidas del autor fue la religiosa. Tolkien era profundamente creyente, al igual que su colega, el escritor C.S. Lewis, autor de las Crónicas de Narnia, obra que el autor de El hobbit detestaba por su contenido religioso. «Al contrario que Lewis, Tolkien decidió no introducir figuras alegóricas en sus obras. Huía de esa manera de escribir», explica De Rosario, quien además asegura que el autor tuvo que negar más de una vez que sus obras tuvieran tintes críticos sobre la actualidad social. «En los 60 hubo un boom de su literatura entre los universitarios de EE UU, que interpretaron la Guerra del Anillo como una metáfora de la II Guerra Mundial, a pesar de que Tolkien empezó a escribir sus obras a principios de los años 20. Además, con el lanzamiento de las películas hubieron algunos que incluso vieron en la historia una crítica sobre la Guerra de Irak», detalla.