Ayer, la Diputación de Valencia y el Ayuntamiento sellaban el matrimonio de interés entre la Escalante y el Musical, al menos, hasta el próximo mes de marzo. Mientras las programaciones de ambos conviven en el edificio del Cabanyal-Canyamelar, el teatro de la calle Landerer permanece apuntalado, los técnicos de Patrimonio continúan con las obras dentro del recinto, y de muros hacia fuera sigue sin estar claro quién se hará cargo del coste de la reforma, si el inquilino (la Diputación) o el propietario del edificio (el Patronato de la Juventud Obrera).

Ayer, en rueda de prensa, Rosa Pérez no precisaba en qué estado están las negociaciones, un proceso que la delegada de Teatres atribuye a los servicios jurídicos (que deben estudiar el contrato) y al área de Patrimonio de la Diputación. Fuentes del propio organismo provincial que han revisado el contrato de alquiler de la Escalante explicaban ayer a este periódico que el acuerdo señala al inquilino como responsable de la factura en caso de daños estructurales en el recinto. Las mismas fuentes reconocen que, pese a que las cláusulas del contrato son matizables, ese contrato deja en bastante desventaja a la Diputación si pretende desprenderse de la factura de la reforma que se tendrá que llevar a cabo en la zona afectada.

Cuando se conocieron los desperfectos en el interior de la sala, el presidente de la Diputación de Valencia, Jorge Rodríguez, advertía que los servicios jurídicos estudiarían «el contrato para ver si esos daños de carácter estructural han de ser reparados por la propia institución, que es el arrendatario, o por el propietario». En caso de que fuera el organismo público el que hubiera de asumir los costes, decía Rodríguez, se procedería a reparar los daños de manera «urgente». Las obras, sin embargo, comenzaron en el interior de la sala sin que fuera se hubiera esclarecido quién asumiría el coste. Ayer la diputada Rosa Pérez señaló que el arquitecto continúa haciendo catas para conocer el estado general de la platea.

La licencia de apertura

Es otro de los contratiempos que se han conocido mientras la sala permanece cerrada: el Escalante se abrió hace casi treinta años sin que hubiera una licencia de apertura, lo cual dilataría más aún el proceso de reapertura tras las obras. Desde la Diputación, ahora, apuntan a este periódico que la anomalía en la que vive el Escalante no es tan inusual en la ciudad y que pronto se darán pasos con el consistorio para adecuar la sala al reglamento.

Ha pasado más de un mes desde que la Escalante se vio obligada a cerrar sus puertas, cuando tras una visita del arquitecto de la Diputación se descubrieron daños que alcanzaban el esqueleto del edificio, en la zona del público, y que obligaban a una intervención urgente. La programación, a diez días de dar comienzo y con la primera producción ensayando sobre el mismo escenario, quedó entonces en suspenso, hasta que se llegó a un acuerdo momentáneo con El Musical.

Durante este mes, los profesionales de Les aventures de T. Sawyer, obra que inauguraba la temporada de la Escalante, ajustaron la producción al nuevo espacio, mientras los responsables de ambos centros, Diputación y Ayuntamiento, trataban de encajar las programaciones de ambos espacios. La Escalante consiguió salvar hasta Navidad las representaciones de su primera producción, manteniendo las funciones escolares y trasladando las de fin de semana a los festivos del mes de diciembre. La fusión deja libre la campaña de Navidad para la Escalante, pues el Musical no tenía obras programadas en ese periodo. Lo que queda por conocer es cuánto tiempo durarán las obras en la platea de Landerer, pendientes los plazos de un informe general sobre los desperfectos. Queda saber, también, si la Diputación asumirá el coste, como dicta el contrato.