Las fuerzas magnéticas del momento han querido que coincida en este diciembre, y en el Rialto, el homenaje a dos hombres épicos de ese teatro comprometido con su tiempo, Bertolt Brecht y Josep Lluís Sirera, del que se cumple ahora un año de su muerte física.

Mañana miércoles arranca la reposición de El día que Bertolt Brecht va morir a Finlàndia, escrita al alimón por Josep Lluís y su hermano Rodolf hace ya unos años, que podrían ser unos doce. Una fábula que recrea, parte ficción, parte realidad, un congelado pero caliente momento en la agitada vida personal y profesional del dramaturgo alemán, en quien siempre andaban unidos el fondo y la forma, la estética y los ideales. La dirección es de Pepe Sanchis y María José Soler, de Crit Teatre, en lo que representa una tercera carambola.

Esta misma obra la estrenó hace diez años Assaig, el grupo de teatro de la Universitat de València, en conmemoración del 25 aniversario de su existencia y, es lo que tienen las palabras, resultó determinante para el futuro de los entonces estudiantes: decidieron pasar al teatro profesional, semilla de Crit. Ahora, diez años después, vuelven a subirse al escenario en representaciones que serán pequeños homenajes a la memoria de un Josep Lluís Sirera que les fue maestro, mentor y activista, seguidor y alentador a través de la revista Stichomythia.

En cuanto a la obra en cuestión, a los hermanos Sirera, a los que siempre les gustó el Misteri d´Elx, les provocaba especial interés una anécdota que le ocurrió a Brecht durante la Segunda Guerra, cuando intentó, con su familia y su gente, cruzar a la Unión Soviética a través de Noruega y Finlandia, convencido de que la Alemania nazi también ponía en peligro este último país.

Cosas de la hemeroteca

La hemeroteca registra cuando, en 1933, Hitler se hizo con el poder, y en Berlín, Brecht representaba la obra La toma de medidas, que fue interrumpida por la policía y los organizadores acusados de alta traición. Parece que aquel mes de mayo, los nacionalsocialistas quemaron libros suyos, así que en 1941, Brecht se dispuso a exiliarse hacia el norte.

Según explica Rodolf Sirera, la obra, que se podrá ver hasta el domingo en el Rialto, fabula sobre lo que ocurrió en aquella frontera. Brecht habría conocido a una chica finlandesa, casada pero joven, que prácticamente no tiene cultura pero que le salva la vida. «Además, entre ellos se establece una relación breve pero en la que se habla del sentido de la literatura y si es más importante ésta o los afectos, vaya, las personas». Años más tarde, en 1953, Brecht vuelve a Alemania convertido en autor por excelencia de la RDA, según Rodolf Sirera, «un poco distante y decepcionado de la evolución del socialismo real». Es entonces cuando le llega una carta de la misma mujer, Mirjami Leino, solicitando asilo. «Esto a él hizo cuestionarse, y a nosotros también „dice Sirera„ el valor de los dogmas y si por encima de ellos las personas y sus contradicciones no son lo más importante».

De todos es sabido que la obra de un autor es siempre la unión de propuestas, textos, ideas anteriores, y que nunca existe una originalidad absoluta. Así que como la obra está sustentada en cuatro actores, Daniel Torno, Anna Marí, Josep Valero y Núria Martín, que interpretan a varios personajes, la llegada de la carta de Mirjami obliga a Bretch a establecer relación con sus contradicciones, personales y artísticas, y a enfrentarse a las opiniones de los distintos colaboradores: la dramaturga, empresaria y política finlandesa Hella Woulijok; el dramaturgo y cineasta suizo Benno Besson; el compositor alemán Kurt Weill, o su esposa, cantante austriaca y responsable de cultura de la RDA, Lotte Lenya.

El día que Bertolt Brecht va morir a Finlàndia está basada sobre todo en la correspondencia de Bretch, en sus escritos teóricos sobre teatro y en sus obras La ópera de los tres centavos y El señor Puntilla y su criado Matti.

La obra pretende aportar una reflexión sobre la creación artística y la ética y el compromiso del intelectual en un contexto político convulso, pero sobre todo, sobre todo, es una historia de amores: amor carnal y amor al teatro «como el camino que hemos escogido para sobrevivir a las miserias humanas».