El gran misterio de la literatura valenciana se desvela. Después de cuatro años de investigación, el historiador Abel Soler sostiene que el valenciano de adopción y gran camarlengo de Alfonso el Magnánimo en la corte de Nápoles, Enyego d’Àvalos es el autor de Curial e Güelfa, una de la más importantes novelas caballerescas del siglo XV. El anonimato del libro había desatado múltiples teorías y todas coincidían en el origen valenciano del escribano, pero hasta ahora nadie se había atrevido a dar un nombre con certeza.

El director de la tesis de Soler, el catedrático de Filologia Catalana de la Universitat de València, Antoni Ferrando, y uno de los máximos expertos en la literatura del Segle d’Or valenciano, admite que «igual que no hay ninguna prueba de la autoría de Cervantes en El Quijote, tampoco existen de d’Àvalos con el Curial, pero si nos ponemos superestrictos desaparecería toda la literatura».

El descubrimiento de Soler añade la sorpresa del origen castellano del autor de una de las obras claves de la literatura valenciana, pues Enyego d’Àvalos nació en Toledo en 1414 (como Iñigo Dávalos) y murió en Nápoles 70 años después (Inico d’Avalos). Pasó su infancia y juventud en València, por eso adoptó la lengua de la corte y escribió el Curial e Güelfa en valenciano. También fue mecenas y corresponsal de humanistas, caballero organizador de justas y capitán de la caballería real, poseedor de la segunda mayor biblioteca del sur de Italia (solo por detrás de la napolitana del Magnánimo), amante de la música, las letras y las artes.

Abel Soler expone en su tesis que D’Àvalos se exilió con su padre, el condestable Ruy López Dávalos, a València con siete u ocho años, y se educó en el Palacio Real, ya que durante unos años (1416-1430) el «cap i casal» ejerció de capital de la Corona de Aragón y su lengua era la oficial de la corte. Después viajaría a Milán para ser cortesano del duque Filippo Maria Visconti y luego embajador del rey de Aragón en la capital lombarda.

Fuentes literarias

El investigador sostiene que fue entre Nápoles y Milán, entre 1445 y 1448, cuando d’Àvalos redactó la novela donde «demuestra sus conocimientos de italiano literario y coloquial y su familiaridad con la geografía lombarda».

«Un inventario parcial de su biblioteca ayuda a identificar las fuentes literarias del Curial y a explicar la novela», explica. Porque el contexto de la corte napolitana del Magnánimo ha sido clave para dar con el autor del Curial.

Como sospechaba Antoni Ferrando, quizás era más importante la investigación de un historiador que de un filólogo, aunque Abel Soler reúne ambas, como experto medievalista y doctor en Filologia Catalana. La onomástica, la heráldica e incluso la arqueológica ha resultado decisivas. Dado que los personajes de ficción del Curial remiten a personajes de ficción relacionados con la biografía del mismo d’Àvalos y su entorno nobiliario, Soler ha analizado la onomástica de la obra -Honorada, Salonés de Verona, Guillalmes de Chastell, Pero Maça-Cornell, Johan Ximenes d’Urre-, para dar con el autor. Igual que el papel del códice que contiene entre sus marcas «la misma ‘Biscia Viscontea’, el símbolo de Milán, del papel usado en 1447 en la corte milanesa».

La firma

El descubridor de uno de los secretos literarios de los últimos tiempos, sostiene que en la obra, coprotagonizada por la Güelfa, «señora de Milán», aparecen personajes relacionables con las cortes de Nápoles y de Milán, y erratas que sólo se hallan en un códice ducal milanés. «Las armas heráldicas que usa Curial en honor de su amada Güelfa (‘un león rampante que atraviesa los dos colores de un escudo partido’) coinciden con las que adoptó Enyego d’Àvalos en 1443, cuando firmó sus esponsales con la noble napolitana Antonella de Aquino», argumenta Soler, para concluir que «en aquella época, era una manera de firmar la autoría de la novela».

De acuerdo con esta tesis, Enyego d’Àvalos fue el autor de Curial e Güelfa y por tanto se confirma la valencianidad de la obra medieval, tal como habían autentificado hasta ahora la mayoría de los investigadores, al tiempo que se comprenden las peculiaridades filológicas -italianismos, castellanismos, lombardismos, napolitanismos-, gracias a la trayectoria biográfica de D’Àvalos, « castellano de nacimiento, valenciano de adopción y fascinado por la cultura literaria italiana».