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Entrevista

Silvia Tro Santafé: "El teatro de ópera perfecto no existe"

«Hay menos repertorio para las ´mezzosopranos´ y eso te limita», explica la cantante valenciana

Silvia Tro Santafé: "El teatro de ópera perfecto no existe"

Como no hay dos sin tres, la mezzosoprano valenciana Silvia Tro Santafé está de vuelta en el Palau de les Arts. En el coliseo se mete en la piel de Maffio Orsini, en la ópera de Gaetano Donizetti Lucrezia Borgia, que se representa hasta le próximo día 8. Tampoco es la primera vez que da vida a este personaje, así que lo conoce bien. Tro Santafé cultiva un amplio repertorio que abarca desde el Barroco hasta el siglo XXI, pero por encima de todo está considerada como intérprete de referencia de la obra de Rossini y de la ópera belcantista. Su trayectoria con Donizetti, otro de sus compositores de referencia, incluye papeles, además del de Maffio, como Sara en Roberto Devereux, Giovanna Seymour en Anna Bolena y Elisabetta en Maria Stuarda. En el Palau de les Arts ha cantado Orlando en 2008 y L’italiana in Algeri en 2014.

En la ópera de Gaetano Donizetti interpreta Maffio Orsini. ¿Cómo es su personaje?

Hago de un chico joven, un adolescente. Maffio viene de una familia noble que tenía una gran rivalidad con los Borgia por asuntos de territorio. Donizetti y el libretista (Felice Romani) quieren plasmar la idea de que lo que importa es el hoy. Con una vida en la que podían morir en cualquier momento, el valor de la vida es el actual. Y cuando no luchaban se lo estaban pasando bien, de fiesta en fiesta.

Se mete en el papel de un hombre...

En aquella época se venía de la tradición de utilizar hombres para los personajes femeninos, como los castrati, pero se abolió por razones obvias. Sin embargo, existía la necesidad de personajes jovenes con ese color de voz y poderío vocal. Los compositores la encontraron en la voz de las mezzosoprano, más grave.

¿Y cómo se mete en el papel de un joven?

Me fijo en mis compañeros masculinos; los gestos, cómo se posicionan físicamente... Pero todo el mundo ve que soy una mujer no pretendo engañar a nadie (ríe). El compositor tampoco pretende que el público vea a un hombre, sino a una mujer cantando un papel masculino. Si lo piensas era algo muy avanzado en aquella época. Las cantantes líricas tenían una igualdad salarial y de trabajo que no había en otras profesiones. Incluso ganaban más que los hombres.

No es la primera vez que hace un papel masculino...

(Risas). No, ya lo conozco bien. Este papel estaba escrito para mezzosoprano, aunque hay veces que se utilizan tenores, pero no era la voluntad de compositor, es una licencia.

¿Cómo calificaría el color de su voz?

Es un color más oscuro que el de la soprano, más aterciopelado, más terrenal. Es un tono jazzístico. Son voces más carnosas.

Esta ópera es un ejemplo del bel canto en el que la mayor parte del peso de la pieza recae en los cantantes. ¿Nota más presión?

Claro. Estamos muy expuestos. Se está muy encima de tus habilidades como cantante. En otro repertorio estás más cubierto por otros elementos. Aquí cuenta la calidad de las voces y de la interpretación.

¿Siente que las «mezzosoprano» son menos conocidas que las sopranos?

Sí, por el repertorio. Menos Rossini, que puso a la mezzo en el centro de sus obras como figuras estelares. Luego los compositores posteriores pusieron a las sopranos como principal. Sí echo poco de menos más repertorio para mezzosoprano porque te limita.

Con esta pieza vuelve a casa.

Sí y estoy muy feliz. Es la tercera vez que vengo a Les Arts. Me encanta cantar en València.

Además es una ópera con ciertas raíces valencianas. Lucrezia era hija del papa valenciano Alejandro VI, Rodrigo de Borja.

Sí, aunque la ópera es muy universal. Cuando empecé no existía Les Arts y València no estaba en el mapa cultural. Eso ha cambiado y me satisface. Conocía la figura de Lucrezia por la ópera y porque he leído sobre ella.

¿Cuál es su papel soñado?

La Éboli de Don Carlo, que además voy a interpretar en el Teatro Real en 2019. Es un papel al que le tengo mucho aprecio y con el que esperaba debutar en el momento adecuado, cuando estuviera preparada. Conozco la historia de la princesa y he leído varios libros sobre ella.

Parece que le atraen los personajes históricos sobre la escena.

Me gustan. Son mujeres que tienen muchas cosas que enseñarnos. Me motivan esas mujeres porque van más con mi carácter. Las óperas en las que la mujer tiene un papel más débil o más romantizada me atraen menos.

¿Quién tiene más entidad, una soprano o un tenor?

(Ríe). ¡Qué difícil! Los tenores despiertan mucha pasión porque sigue siendo una voz en la que la gente percibe que están en peligro constante, a ver si llegan o no a la nota. Eso no ocurre con las sopranos.

¿Por qué tenemos esa imagen de la mujer en la ópera como diva y no del tenor?

Es una herencia del pasado. Las mujeres hacen cosas vocalmente dificilísimas y, a veces, no se valora lo suficiente.

¿Qué echa de menos en el Palau de les Arts que haya visto por otros auditorios europeos?

El teatro de ópera perfecto no existe. Quizás debería haber más títulos. Sé que ha habido una gran crisis económica, pero echo de menos más óperas y producción propia. Hay un apetito por la ópera, aunque haya menos recursos. También echo en falta más implicación del Estado, como en Francia y Alemania que apoyan mucho al artista nacional. También estaría bien una mayor labor pedagógica y educativa, acercar la ópera a la gente más joven y no tan joven. Por ejemplo, recuerdo los conciertos gratuitos que se hacían en el antiguo cauce del río con artistas como Monsterrat Caballé. Eso tiene un coste, sí, pero es tan poco en comparación con el retorno...

Y ahora el Gobierno acaba de anunciar una bajada del IVA para los espectáculos en directo.

Es una grandísima noticia porque estaba haciendo un daño tremendo. Ya no hay excusa para consumir cultura, pero se ha echado a demasiada gente fuera y costará traerlos de vuelta.

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