Los últimos años han marcado la senda de la recuperación en el Paseo Antonio Machado de los Jardines de Viveros. La 52 edición de la Fira del Llibre, que allí se celebra hasta el próximo 1 de mayo, mira hacia «una fase esperanzadora en el mundo del libro», hacia una feria «poscrisis».

Son palabras del secretario autonómico de Cultura, Albert Girona, quien ayer acudió a la inauguración de la cita editorial valenciana. Girona estuvo acompañado por numerosas autoridades como el presidente de las Corts, Enric Morera; la concejala de Recursos Culturales y Patrimonio Cultural, Glòria Tello; el presidente de la Acadèmia Valenciana de la Lengua, Ramón Ferrer; el director general de Comercio y Consumo, Nacho Costa; el síndic del PSPV en las Corts, Manolo Mata; y el presidente de la Fundació pel Llibre i la Lectura (FULL), Jesús Figuerola, entre otros.

Girona quiso tomar el cartel de este año de la Fira, con la imagen de un corazón, como metáfora del sector del libro, que «late, aporta sangre y vida».

Por su parte, el «anfitrión», el presidente del Gremi de Llibrers, Ignacio Larraz, recordó que «el objetivo de la feria es que todos los valencianos se sientan orgullosos de ella: los que leen mucho, bastante o muy poco». «Los precedentes nos avalan: fuimos cuna de la imprenta en España y los editores de la primera Biblia en lengua popular, rápidamente quemada por la Inquisición; un buen lugar para el esmero de las artes gráficas, y un emporio de la producción de tebeos», dijo. «En la noche más negra, el libro seguía ahí», continuó. El sector se ha tenido que «adaptar a los cambios en la economía y la revolución digital pero la Fira ha conseguido mantenerse». De hecho, es la segunda feria más importante de España, tras la de Madrid, y la más rentable, con un volumen de ventas medio por expositor y día de 1.200 euros.

Un «buen momento»

Larraz aplaudió que «siguen vivos los versos de Miguel Hernández, de Estellés, de Gloria Fuertes, sigue viva la obra de Joan Fuster y las novelas de Blasco Ibáñez». Y fue más allá. «Nunca salieron a la luz tantos sellos editoriales como en el último año, empresas pequeñas que reducen la distancia que separa a Madrid y Barcelona del resto de ciudades españolas». Además, explicó que se ha producido un «curioso fenómeno»: «la búsqueda a través internet favorece el comercio del libro y el inmenso negocio de la moda asocia el libro del gran formato, cuidado y artesano, con el lujo y la exclusividad».

El presidente del gremio incidió en el «buen momento» que viven los libros de gastronomía y de vino o licores. Así animó a acudir a la Fira para «debatir los más urgentes y peliagudos asuntos, pero también para pasear y tomar una copa de vino, escuchar canciones, encontrarnos con el libro amigo o con el autor que idolatramos».

Porque la 52 Fira de Llibre es más que libros, aunque todo gire en torno a ellos. Cuenta con 60 expositores en 93 casetas, tres más que en 2016, y una agenda de actividades con más de 600 firmas, más de 130 presentaciones, 150 entrevistas con autores en un plató de televisión, mesas redondas, debates, 72 espectáculos y un centenar de talleres y propuestas infantiles. Con una programación más feminizada y alma de «fiesta», aspira a superar los 500.000 visitantes de la edición anterior y los 850.000 euros de facturación.

Tanto libreros como editores acogen confiados en que verán incrementar sus ingresos a lo largo de esta cita editorial de cada primavera. Se muestran optimistas. Es el caso de Teresa Jiménez, de la librería Leo. Explica que empiezan «con ganas» y alentados por el incremento de actividades. Su mejor baza, apunta, es «ofrecer cosas diferentes al lector». Asegura que en los últimos años ha constatado en su librería «un repunte del interés por el papel». Sobre todo, dice, «porque cada vez hacen libros más bonitos y eso vende».

Alejandro García, dueño de Pinzón Libros, destaca «la esperanza e ilusión» en esta nueva edición de la Fira. «El primer trimestre del año hay menos ventas, pero siempre tenemos la esperanza de que la primavera sea mejor».