Cuando Patty Bonet decidió estudiar periodismo, el germen de la interpretación todavía era minúsculo. Al menos comparado en lo que se iba a convertir hoy en día. «Siempre sentí curiosidad por el mundo del arte dramático. Pero nunca me decidía. Estudiar comunicación ya me parecía arriesgado. Sin embargo, cuando finalizó mi contrato en RTVV hace dos años, lo tuve claro», explica esta actriz valenciana, que todavía rememora sorprendida el momento en el que decidió hacer las maletas y marchar a la capital en busca de un sueño, una utopía que «acabó bien». Pues hoy vuelve a su ciudad natal -València- para llevar a las tablas del Teatre El Musical (TEM) Cáscaras vacías, la obra del Centro Dramático Nacional, que se integra en la programación del Festival 10 sentidos.

«Es una apuesta arriesgada por parte de la institución y la compañía La Zona. Han sido muy valientes», explica la valenciana, que nació con albinismo. Un estigma o una singularidad que, gracias a su talento, le ha hecho ganarse un hueco en el sector. Sin embargo, no todo han sido alegrías en la capital. «Me han rechazado de muchas escuelas de interpretación por mi aspecto. De hecho, una directora de un centro me preguntó directamente si me podía operar de los ojos. Yo le contesté que no, porque soy así», explica Bonet.

La valenciana combina su faceta de actriz con su trabajo en Telemadrid. Ella es la encargada de redactar los subtítulos para las personas sordas. «Hoy por hoy no puedo decir que viva de la interpretación. Este es un oficio muy sacrificado, pero soy luchadora, y tengo mis propios sueños independientemente de mi discapacidad», añade.

Operación T4

La actriz se pondrá hoy en el papel de Lote, una joven con albinismo que, junto a otros cinco, se encuentra atrapada en el castillo de Hartheim (Austria), donde se llevó a cabo la llamada Operación T4, nombre en código que los nazis dieron a su programa de eutanasia destinado a eliminar a personas con alguna discapacidad. «Ellos los consideraban un lastre económico para el Estado, cáscaras vacías inservibles». La obra, dirigida por Magda Labarga y Laila Ripoll, surgió a raíz del festival «Una mirada diferente» en Madrid, donde se incubó hasta convertirse en una producción que se ha ganado el beneplácito de la crítica.

«Es un lujo que estemos en certámenes escénicos como el Festival 10 Sentidos, que intenta dar visibilidad a minorías, pero el éxito de la obra es que se encuentre en la programación de teatros y salas sin que exista la excusa de la discapacidad. Personalmente me frustra mucho ver que en la gala de los Goya nadie se ha molestado en poner rampas de acceso al escenario. Y eso es porque nadie concibe que alguien con una discapacidad pueda ganar un Goya. Hace falta normalizar estas cosas», confiesa Bonet.

Magda Labarga, codirectora de la obra, asegura que llevó la producción al escenario por una cuestión de responsabilidad. «Creo que todos debemos enfrentarnos a la realidad, porque si nuestro deseo es cambiarla, debemos ser capaces de mirarla. Gran parte de la transgresión de la obra radica en su belleza. La historia sobrecoge, y el público acaba enamorado de sus personajes, así como de los actores que los interpretan», explica Labarga.

La Operación T4 fue uno de los crímenes más desconocidos del nazismo, donde se asesinaron a más de 200.000 personas con alguna discapacidad o enfermedad mental. El libro Los que sobraban (Planeta) fue el manual del que se sirvieron los actores para encarnar a sus personajes. «La mayoría fueron niños. Muchos de ellos escribieron a sus padres para que los rescataran de ese lugar, pero no podían hacer nada», añade la actriz. Bonet regresará a territorio valenciano el próximo 16 de agosto, para participar en el Festival Sagunt a Escena con la obra Consenti2.