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Entre Mariscales

Pedrín espera otro éxito en la segunda edición del Palo Market del próximo fin de semana - Xavi prepara un libro de viajes de Los Ángeles

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Entre Mariscales Joan Carles Martí

«¿No ha llegado todavía Pedrín?» pregunta Javier Errando Mariscal (València, 1950) nada más entrar en La Rambleta. Antes de ponerse ante el exigente público de la Factoría de Sabios, donde volverá a demostrar su mejor sentido de la vida, conversamos con él y su hermano Pedrín, nueve años más pequeño, a punto de abrir la segunda edición del Palo Market Festival el próximo fin de semana en Viveros. Pedrín empezó en el mundo textil en València, y tras la crisis se fue al estudio Mariscal de Barcelona.

Javier/Xavi (le da igual) está recién aterrizado de Los Ángeles y Pedrín pretende convertir el Palo valenciano en una auténtica referencia europea. Los dos ejercen de valencianos a tiempo parcial, vienen y van, pues parte de la larga familia Errando sigue aquí.

«Nunca me he sentido ni valenciano, ni español, ni de Barcelona, ni catalán. Por su puesto que nacer en València, como en cualquier otra ciudad, te marca», afirma Xavi. «Hay una relación sentimental», aclara Pedrín.

El Mariscal mayor siempre cuenta que de niño le fascinaba la mítica Casa Barrachina de la plaza del Ayuntamiento. Cuando le digo que Jesús Barrachina murió la semana pasada, Pedrín sale al quite. «La cafetería se murió antes». Ocasión que aprovecha Xavi para incidir en su discurso cosmopolita, así que recuerda que la primera imprenta de España entró por València.

Le pregunto a Pedrín por el éxito -de público, con más de 35.000 visitantes, y crítica- del Palo Market del año pasado, en un ciudad donde sigue viva la cultura del mercadillo. «Coger aquel trozo de Viveros y mezclar la música y la gastronomía, el diseño...», se arranca, pero su hermano le corta: «Fue un éxito porque la gente se sentía feliz, era un espacio para intercambiar sonrisas y abrazos». «Desde muy pequeñito me he sentido muy entendido, aquí y en todas partes», dice Xavi. «A ti lo que te pasó es que València te quedaba pequeña», replica Pedrín; «además de la parte rebelde de separarte de la familia», añade. Xavi rememora: «Hace dos o tres años me invitaron a la Fundación Telefónica de Madrid para dar una conferencia y vino el director que resultó ser uno del Pilar [el colegio donde estudiaron los Mariscal], y pensé que yo estaba programado para ser eso. Fui a un colegio donde nos educaban para ser directores del Banco de València o ministros de Aznar y yo quería ser hippie e inventarme algo nuevo, por eso me fui a Barcelona».

Proyectos inmediatos

«Estoy haciendo un libro de viajes sobre Los Ángeles, que es como València. Me acababa de operar de cataratas y estaba con doble gafas de sol porque la luz es bestial. También estoy a punto de acabar un cómic sobre la evolución, un personaje que nace como partícula y acaba siendo persona. Hablo de antes del Big Bang».

Pedrín sigue con lo suyo. «La creatividad hay que gestionarla, sino es un desastre. La gestión es criterio, sino tienes criterio es mentira». «Después de un viaje por sitios como Salamanca, Burgos me di cuenta que el nivel de autoexigencia estético en València es altísimo comparado con otras zonas», suelta Xavi.

Pedrín desglosa que está empeñado en que el Palo Market de València sea un festival muy cercano. «Creo mucho en un formato donde se mezcla todo el contacto humano. Son 50 horas de música en directo, con una clara apuesta por el tejido local».

De repente sale la huerta. «He llorado -expresa Xavi- cuando una excavadora se lleva la labor de muchas generaciones para hacer unos pisos altísimos, sin ningún parque, como lo que hay alrededor del colegio de El Pilar». Y se declara fan de Benidorm, «todo el mundo que va sale emocionado».

¿Que piensas Pedrín de los festivales de verano?. «El macrofestival no da para mucho más porque va destinado a un publico extremadamente joven». Y dice Xavi que «lo interesante del Market de Pedrín es que hay un escaparate a mucha gente que está arrancado». «Buscamos a un público que consume de otra manera», y Pedrín finaliza con una pregunta retórica «¿quién hay detrás de esos grandes festivales?».

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