Había una vez un compositor italiano que emigró a España. Aunque su destinó final fueron las cortes madrileñas, el primer lugar al que acudió Francesco Corradini fue València. Aquí compuso para la corte. Había una vez un capitán general en València. El príncipe de Campoflorido, Luis Reggio Branciforte Saladino y Colonna, era aficionado a los eventos festivos que llevaba a cabo en el Palacio Real (ahora los Jardines del Real).

Cualquier fecha destacada era motivo de celebración y el santo de la entonces reina Isabel de Farnesio no fue menos. El 19 de noviembre de 1730 se estrenó La Dorinda en el Palacio Real.

La obra tenía tres actos y estaba pensada para representarse durante tres jornadas diferentes. Toda una creación.

Un drama pastoral estructurado en pequeñas historietas definen esta ópera. A cuatro voces. Dorinda, Nicandro, Delmira y Fileno eran los protagonistas de la historia que sucedía entre amores, desamores, traiciones, engaños.

El papel de las mujeres

Aunque no se sabe a ciencia cierta si los cantantes eran hombres o mujeres (así como en las obras eclesiásticas solo actuaban hombres), Marian Rosa Montagut estima que al menos tres personajes fueron interpretados por mujeres. «En la ópera las mujeres hacían todo tipo de papeles, en ocasiones incluso interpretaban a un hombre», cuenta.

Una de las historias dice «quien siempre fue tu amante no fue nunca alevosa» y cuenta la situación de una pareja, en la que la mujer clama a su marido que nunca le fue infiel cuando a este, en realidad, solo le interesa pretender a otras mujeres. El esposo juega con la conveniencia de moldear la verdad para alcanzar sus intereses y le tiende una trampa.