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Entrevista

Lluís Pasqual: "València siempre se ha visto como una plaza segura para el teatro"

«No hemos vuelto antes porque al gobierno valenciano no le interesaba la cultura»

Lluís Pasqual: "València siempre se ha visto como una plaza segura para el teatro"

Si de algo se caracteriza Lluís Pasqual (Reus, 1951) es por su pasión por las cosas. Dice que eso es debido a que cuando Franco murió él tenía tan sólo 24 años, por lo que vivió ese renacer cultural y social, propio de una democracia joven, con mucha intensidad. Con tanta, que decidió hacer una «locura» y fundar junto a un grupo de actores Teatre Lliure, una sala en el barrio barcelonés de Gràcia, con el objetivo de «democratizar» la cultura. De ese 2 de diciembre de 1976 ya han pasado más de 40 años en los que teatro -uno de los más representativos de España- ha conseguido vencer a la crisis. Durante todo ese tiempo, Lluís Pasqual ha andado mucho. Director del Centro Dramático Nacional, del El Théâtre de l'Odéon de París y Premio Nacional de Teatro y Danza, el catalán asegura que, pese a su apretada agenda, todavía le queda «mucho por hacer».

P Su currículum es apabullante...

R Sin embargo, yo tengo la sensación de estar empezando. Creo que una de las cosas que tengo pendientes es desarrollar lo que se llama «transmisión», un concepto que se utiliza mucho en el teatro francés, y que significa el traspaso de conocimientos de una generación a otra. La que precedió a la mía estuvo truncada por la dictadura y la falta de libertad. Yo tuve la suerte de haber vivido mi juventud con una pulsión esperanzadora enorme que nos llevó a realizar lo que antes creíamos que eran utopías.

P Como Teatre Lliure.

R Exacto. Ahora nos toca aprender algo de la generación que nos precedió, así como pasar el testigo a las que ya están formándose y desarrollando proyectos. La verdad es que los jóvenes, pese a tener más facilidades para formarse, lo tienen más difícil de lo que lo teníamos nosotros, que nos enfrentamos a un campo raso, donde había que hacerlo casi todo.

P ¿Es más difícil hacer teatro ahora?

R Sí. Actualmente, la sociedad tiene muchos más recovecos. Aparentemente ahora hay más «oportunidades», pero para mí eso no significa nada si no hay un público para el teatro. Esta profesión se ha convertido en algo muy difícil. Desde Teatre Lliure siempre intentamos traer a compañías jóvenes, pero no es suficiente. El cambio real tiene que venir desde la educación. Si no creamos ciudadanos que amen la cultura desde las escuelas estamos perdidos. Emmanuel Macron acaba de presentar los presupuestos con la partida dirigida a la educación más alta de la historia de Francia. Le podríamos copiar en el algo...

P Teatre Lliure trae hoy a las tabas del Rialto «Dona no reeducable», la historia de la periodista Anna Politkóvskaia, asesinada en 2006 por oponerse al posicionamiento ruso en el conflicto checheno. ¿Por qué contar su historia y por qué ahora?

R Es difícil encontrar voces con personalidad en el teatro como la de Stefano Massini, y esta obra no iba a ser menos. Para dirigirla he tenido que empaparme de los artículos que escribió Politkóvskaia, donde informó sobre Chechenia con la máxima objetividad posible y arriesgando su vida. No murió por su ideología, sino por informar de algo que no debía ser contado. Admiro profundamente a los periodistas. De hecho, si no hubiera dirigido teatro me hubiera gustado ser periodista porque soy muy curioso. Dona no reeducable es un homenaje al periodismo, con una temperatura poética y calidad enorme.

P Llevaban décadas sin pisar un escenario valenciano. ¿Por qué?

R Creo que la última vez que vinimos fue con Les noces de Fígaro -de Fabià Puigserver- y ese espectáculo lo presentamos en Barcelona en 1989. No creo que haya sido por un distanciamiento con la gente del teatro valenciano, sino porque hubo un momento en el que al gobierno valenciano no le interesaba la cultura. València se ha visto siempre como una gran plaza, una plaza segura, ya que siempre ha tenido mucho público de ópera y escena. Pero hay gobiernos que consideran que la cultura es indispensable, y hay otros que no.

P ¿Ha visto una transición cultural en la C. Valenciana?

R Desde luego. Ha habido un repunte brutal, lo cual quiere decir que el caballo de Atila no acabó con toda la yerba del campo, sino que ha continuado creciendo. La gente sigue hambrienta de cultura en València.

P Estos días ha estado en Suiza, para la inauguración de una muestra dedicada a García Lorca. Su vínculo con el autor salió a la luz el año pasado, cuando publicó «De la mano de Federico».

R Sí, en ese libro quise rememorar mi vínculo con el poeta, que viene de lejos. De hecho, mi madre me cantaba canciones recuperadas por Lorca. Siento como si él fuera mi hermano, porque lo conozco muchísimo. Cuando intimas tanto con la obra y la trayectoria de una figura así, le conoces más que a cualquiera de los de tu alrededor.

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