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Ópera

Pareja de damas para Rossini

La mezzosoprano Daniela Barcellona y la soprano Jessica Pratt protagonizan «Tancredi» en Les Arts - La obra, que debuta en el coliseo, cierra la temporada

Daniela Barcellona y Jessica Pratt.

La ópera Tancredi, de Gioacchino Rossini, se estrenó en España hace 200 años, el 5 de mayo de 1817. Fue en el Teatro de la Santa Cruz de Barcelona. Dos siglos después, este título, basado en la obra Tancrède (1759), de Voltaire, sube por primera vez a las tablas del Palau de les Arts el próximo día 23. Con Daniela Barcellona en el papel del noble Tancredi y Jessica Pratt como su enamorada Amenaide. Tancredi -ópera en dos actos- es un canto al amor a pesar de la fuerza del sentimiento y al sentido del honor.

La mezzosoprano Daniela Barcellona (Italia, 1969) se mete en la piel del protagonista, un personaje que define como «muy poético e interesante»; «voy a interpretar un Tancredi como el propio autor lo escribió, muy interior pero positivo, que lucha por su amada, un héroe muy puro, como los que hacía Rossini», explica la artista, en una entrevista a Levante-EMV.

Para la italiana, una de las mejores mezzosoprano rossinianas, Tancredi es un personaje muy especial. «Me ha acompañado toda la vida desde que lo debuté en Pesaro en 1999», recuerda. Es tanto el tiempo que lo lleva interpretando que no es de extrañar que asegure que «me siento cómoda en su piel». Añade, al respecto, que incluso encuentra similitudes entre el personaje y ella misma: «Compartimos valores, como el respeto a la persona que amas, es coherente con lo que cree y lucha por cosas en las que yo también creo», señala rotunda. «Tiene un punto de interioridad que siempre me ha fascinado». «Es de las primeras óperas que escribió Rossini y tiene un gran contenido». Un compositor que no duda en calificar como «mi primer amor».

Además, Tancredi es una ópera muy «especial» que cuenta con dos finales diferentes: uno trágico y otro feliz. Sin desvelar el que se verá en Les Arts, Barcellona apunta a que ella tiene su favorito: «Me gustan muchísimo los finales trágicos, incluso me parecen muy innovadores para la época de Rossini». «Me gusta más el trágico porque es más interior; cuando interpretas el feliz el público se va a casa sereno, pero con el trágico llegas más al corazón, haces pensar y llegas a lo más profundo», reflexiona. Explica que incluso hoy se emociona cuando oye sollozos en el patio de butacas. «Cuando oyes llorar al público con el final trágico es que la función ha sido un éxito», dice en cierto tono de broma.

La última vez que Barcellona pisó Les Arts corría el año 2010. De entonces -y ahora corrobora- recuerda el «ambiente positivo y relajante que se respira aquí; como espacio y ambiente es fantástico; reencontrarse en Les Arts siempre es un placer», apunta.

Sobre la proyección internacional de la ópera de València, la mezzosoprano italiana apunta que a Les Arts se le reconoce por «un grandísimo nivel, con preciosas producciones, además de ser un espacio innovador»; «es un teatro muy completo», incide.

Lejos de la imagen de diva, la mezzosoprano italiana asegura no tener especiales «manías» el día del estreno. Solo una: «me da por limpiar toda la casa», dice entre risas. Por lo demás, procura pasar un día tranquilo, descansar, comer bien y evitar el agua del mar, por el yodo que le afecta a las cuerdas vocales.

Pese a llevar muchos años compartiendo alma y corazón con Tancredi, asegura que aún se pone nerviosa cuando sale al escenario. «Esa es la sal de nuestro trabajo». ¿El peor momento? «El camino de entre bastidores a la escena. ¡Es como el patíbulo! En ese momento me planteo ¿por qué no me habré dedicado a otra cosa?, ríe. «Pero la verdad es que esto es mi vida», dice convencida.

Entre el reparto destaca otra voz femenina, la de Jessica Pratt (Reino Unido, 1979), que debuta en una producción operística en Les Arts. Afincada ahora en Italia, pese a que se mudó a Australia cuando era niña, la soprano británica interpretará el papel de Amenaide, la enamorada de Tancredi. Será una joven «interesante, sufridora, con unos conflictos internos por su familia y posición sobre a quién debe amar», avanza la artista a este periódico. Vocalmente explica que es «muy difícil» porque, entre otros aspectos, «requiere arias muy exigentes», asegura.

Cuando debuta un personaje explica que prefiere no tener ningún referente previo «para no imitar». Lo hace por ella y por el público, asegura. «Cuando escuchas a referentes puedes correr el riesgo de perder la originalidad y el espectador recibe eso».Sí reconoce que a la primera persona que vio interpretar este papel fue a la gran Mariella Devia. «Y quedé impresionada; la verdad es que quise seguir ese camino».

No obstante, sus debuts no son «a ciegas». Lee todo lo que puede sobre el personaje y estudia su personalidad. Además, hace mucho caso a las indicaciones del propio compositor. Aún así asevera que «me gusta poner un poco de mí en cada personaje si la música lo sugiere, todo depende de la producción y de la experiencia». Asegura que «en la ópera también tiene cabida la improvisación, aunque depende del maestro, puedes ser más dulce o más agresiva; a mí me gusta cambiar, pero debes contar con el director y con los compañeros». «Me gusta variar porque hay público que repite una misma obra».

Se identifica con el bel canto más tradicional, que señala que se «entiende mucho mejor en Italia o España, no tanto en otros países del mundo». De ahí su amor por Europa y que haya fijado su residencia en Italia. «En Europa hay tantísimos teatros», asegura entusiasmada. No tiene reparos en señalar a sus compositores favoritos: Rossini, Bellini y Donizetti.

Al igual que Barcellona, Pratt no tiene aires de diva inaccesible. Sonriente, dicharachera y afable. Lleva una vida tranquila, que extrema el día del ensayo y la noche anterior: no sale, come ligero y hace ejercicios de respiración para conocer de cuánto aire dispone. En València ya ha recorrido el anillo ciclista y los Jardines del Turia en bicicleta.

Barcellona comparte su vida con su profesor de canto, de ahí que, aunque coincidir les resulte «muy difícil» -próximamente tiene compromisos en Alemania, Reino Unido o Canadá-, puedan acompañarse el uno al otro en los viajes siempre que pueden. Por su parte, Pratt vive en una granja de Florencia rodeada de animales. De allí salió de gira en febrero y no tiene previsto regresar por motivos laborales hasta el próximo mes de agosto. «Cuando vuelvo a casa [una parcela con 700 olivos, dos perros, cuatros gatos y algún jabalí y lobo que se le cuela], me da por cambiarlo todo de sitio», ríe.

Tienen la responsabilidad de cerrar la temporada en Les Arts. «A pesar de la presión que supone, espero que el público se acuerde de esta ópera», apunta Barcellona. Por el momento, continúan con los ensayos, que ambas aseguran que «van muy bien». «El ambiente es muy bueno, somos todos bastante amigos», sostiene la mezzosoprano italiana. «Esto es muy importante

-dice- para liberar la tensión de la escena cuando se acerca el estreno».

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