Si algo aprendí en la sección de Sucesos donde trabajé cada fin de semana durante siete años fue que un señor mayor con gorrita y camisa estampada, que va señalando con dedo lascivo a cada mujer que tiene delante y les guiña los ojitos, no es de fiar. Si encima ese señor mayor es Mike Love, uno de los miembros más importantes de la "liga diábolica del rock´n´roll" (con otros ilustres miembros como el Coronel Parker, Yoko Ono, Roger Waters, el padre de Michael Jackson o Enrique, de Enrique y Ana), la desconfianza ha de ser máxima. Mike Love, cabe recordar, es aquel primo que tuvieron los hermanos Wilson y que hoy tiene en exclusiva la utilización del nombre de los Beach Boys. Ni siquiera su primo Brian puede usar el nombre pese a ser el gran talento de la banda y uno de los mayores revolucionarios de la música del siglo XX. Mike Love es también el único de los miembros originales de los Beach Boys que ayer actuó en el Auditori de Burjassot.

Adivinarán ustedes escaso entusiasmo en este inicio de crónica. Pues tengan paciencia y lean un rato más, que puede que la cosa cambie. Pero sí, efectivamente, todo podría hacer pensar que lo que iba a pasar ayer invitaba a desconfiar, que podría ser otra de estas actuaciones agónicas que las viejas glorias del rock montan en busca de algo de panoja. Total, es lo que vienen haciendo desde hace varios lustros los Rolling Stones, aunque en su caso de una forma mucho más espectacular e hiperbólica. En el caso de los Beach Boys, que en su día fueron más grandes que Jagger, Richards y compañía, la decadencia es anterior y quizá por eso llegan a esta década del siglo XXI bastante más avejentados. Para muestra, la puesta en escena de ayer, donde al escenario se le veían todas las costuras, con el técnico en la mesa de sonido casi en el mismo plano que los músicos y un interminable collage de fotos antiguas y de catálogo veraniego de Venca acompañando la actuación como si fuera uno de esos vídeos voluntariosos que amenazan los banquetes de boda.

Siguen notando poco cariño en la crónica. Ya les he pedido que tengan algo de paciencia, por favor, porque estoy hablando/escribiendo sobre los Beach Boys, cinco tíos que llenaban de música cada verano el coche familiar gracias a un cassette doble que no sé por qué me compré allá por el 89. Fue la primera vez que escuché con fruición rock de verdad, y surf, y psicodelia y canciones tan grandes que no caben en las manos de un 'llaurador'. Uno de esos cinco tíos del cassette era Mike Love, el viejete de la gorra y la camisa estampada que ayer cantó alguna de aquellas mejores canciones de la historia que escuchaba yo en el coche familiar. Sí, cantó pero, sobre todo, señaló y guiñó el ojo al 97 % de las mujeres que observaban la actuación.

Por cierto, que una de esas mejores canciones de la historia es la mejor canción de la historia, "God Only Knows", que ayer también sonó en Burjassot pero no en directo sino en una especie de play-back homenaje a Carl Wilson, el Beach Boy que la cantó originalmente y que falleció en 1998. Eso de que era un homenaje lo dijo Bruce Johnston, otro viejete con gorrita y camisa estampada que actuó ayer, un chico de la playa intermitente desde finales de los 60 y uno de los nombres más importantes de la escena musical californiana de aquella década. Pero bueno, por muy homenaje a Carl que fuese y por mucho que lo dijera Bruce, escuchar la canción más bonita de la historia en diferido mientras los músicos en directo la acompañan con escaso entusiasmo, pues qué quieren que les diga, es algo así como que te regalen una botella de White Label etiqueta negra sin nada dentro.

Sí, ya sé, esto no mejora. Están leyendo y agradeciendo al mismo tiempo no haber pagado los 50 euros que costaba la entrada más barata. Pues craso error. Creo que todos los que ayer fuimos a ver a los Beach Boys a Burjassot sabíamos que todo esto (y otras cosas) podían pasar. Mike Love, efectivamente, no suele caer bien porque es la demostración palpable de que el efectivo y cerebral hombre del traje gris (aunque suela disfrazarse con gorrito y camisa estampada) suele imponerse al ser genial pero despistado y frágil que en este caso fue (lo sigue siendo) Brian Wilson.

Pero, no lo olvidemos, Mike Love es también el hombre que está, de una manera u otra, en todas y cada una de las canciones que hicieron grandes a los Beach Boys, desde el "Surfin´ Safari" hasta las joyas que se esconden en los ya tempranamente crepusculares "Smile", "Sunflower" o "Surf´s Up". Y ayer en Burjassot sonaron muchas de aquellas joyas y, además, sonaron bien, porque Love y Johnston, que necesitan un descanso de 20 minutos en mitad de la actuación porque ninguno de los dos tienen el físico de Mick Jagger ni obran el milagro diario de Keith Richards, venían acompañados por una banda de cojón de mico, que no eran los Beach Boys originales pero que interpretaron su música con talentosa solvencia. De hecho, algunos de los mejores y más emotivos momentos del concierto se dieron cuando estos músicos tomaban el protagonismo y te cantaban un "Sloop John B." o un "Wouldn´t it Be Nice" de ponerte la gallina en piel.

En fin, al acabar el concierto era más fácil ver sonrisas que cabreos, aunque en muchas de esas sonrisas se dibujara una curvatura condescendiente, de esas que pones cuando el abuelo cuenta la misma anécdota en la cena de Nochebuena. Pero, al final la anécdota mola, y te ríes, y bailas y te emocionas porque el abuelo, que es un 'calent' y no conviene escarbar demasiado en su pasado, es el abuelo que siempre ha estado ahí mientras te has ido haciendo mayor. Y agradeces que esté vivo, que aparente buena salud y que de vez en cuando aún puedas ir verle para que te cuente la misma anécdota de siempre.