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Entrevista

Juan Genovés: "Tengo tres mil obras escondidas en manos de coleccionistas"

«Sigo con mi ilusión intacta, como aquel niño que observaba los cuadros del Museo San Pio V y la de aquel ´xiquet´ que entró a la Escuela de Bellas Artes a los 15 años»

Juan Genovés: "Tengo tres mil obras escondidas en manos de coleccionistas"

La donación de su cuadro «La calle» (1969) demuestra la gratitud de Juan Genovés por el nombramiento de Académico de Honor de Bellas Artes. Una artista inconformista, crítico y atento siempre a los tiempos modernos. Pese a sus problemas de salud, sigue trabajando todos los días y permanece muy lúcido. Una firme convicción que le ha llevado a ser uno de los mejores pintores que ilustró los últimos años del franquismo y la Transición. Preocupado ahora por recuperar su extenso trabajo para que pueda contemplarse en València, la tierra donde se formó y pintó sus primeros cuadros, y a la que siempre presta atención. Premio de las Artes Plásticas de la Generalitat Valenciana (2002) y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, Ministerio de Cultura (2005), son algunos de sus galardones.

P. La Academia de Bellas Artes de San Carlos le nombra Académico de Honor. ¿Profeta en su tierra?

R. Nunca tuve vocación de profeta. Sí, de pintor y nada me encanta más que mis paisanos tengan interés por mi obra. Pero tengo una preocupación de que no puedan conocerla mejor en su integridad. Mi obra está desparramada por todo el mundo, escondida en los cinco continentes en manos de coleccionistas privados. El único conjunto grande, como de ochenta obras, lo forman los que he podido quedarme en el tiempo. Estas obras en su mayoría fueron expuestas hace unos años en el Centre del Carme.

P. ¿Cuántas obras están dispersas por el mundo?

R. Unas tres mil obras y en el fondo son inéditas al haberles expuesto solo una vez. Mi preocupación es que hubiera más pintura mía en València, pero no la hay. Con esa intención acabo de hacer la donación a la Academia de San Carlos con mi nombramiento de un cuadro mío importante («La calle»), de una época que estimo.

P. Se formó en la Escuela de Bellas de Artes. ¿Qué recuerda de aquellos años?

R. Empecé muy joven, a los 15 años. El secretario de la Escuela Superior de Bellas Artes falsificó mi edad, «este xiquet dibuixa tan bé…». La Escuela Superior de Bellas Artes (hoy facultad) tenía un ambiente muy familiar, nos conocíamos todos. Los profesores, con alguna excepción, eran muy majos. En plena dictadura, años 40 del siglo pasado, no tenían mi idea de lo que llevaban entre manos. Eran los vencedores de una guerra absurda y los buenos profesores, los derrotados, estaban todos en el exilio, encarcelados o escondidos, de todo había; sin embargo los alumnos, mis compañeros, eran para mí los auténticos profesores.

P. ¿Quiénes eran esos compañeros?

R. Casi todos eran hijos de artistas falleros. Desde su nacimiento andaban entre botes de pintura, pigmentos, barnices, pinceles, vivían en los talleres que al mismo tiempo era su vivienda. A los artistas falleros se les puede acusar con razón de su estética al uso, pero en cuanto a técnica se las saben toda y algo más. Nos reíamos de los profesores que eran unos aficionados con un criterio del arte conservador y absurdo. Sin idea de lo importante que se cocía en Europa en el momento dentro de la plástica. Picasso era un rojo innombrable. Pero también los impresionistas eran unos franchutes (franceses) sin idea, «eixos Manet i Peqüet», Sorolla sí que…

P. ¿Ahí nació su inconformismo?

R. Toda mi carrera fui inconformista, como todos mis compañeros. «No te dejes engañar» era nuestro lema de lucha. En aquél desierto cultural se forjó el histórico grupo de «Los Siete». Ahí nació también la ilusión por la pintura que llevo dentro de mi.

P. ¿Qué se debe hacer para que el Museo de Bellas Artes sea reconocido como uno de los mejores de Europa?

R. El Museo San Pio V fue mi apoyo de la certitud de que aquello no engañaba. Lo que tenía ante mis ojos era «la pintura». Aquello entraba por los ojos y me convencía. Por los ojos entra la auténtica pintura. El Museo nunca se supo promocionar, no hubo inteligencia para mostrar al mundo su valía. Nuestro país nunca ha promocionado nuestra riqueza plástica. Siempre con esta mediocridad para las ideas de la cultura.

P. ¿Artísticamente en qué momento está?

R. En nuestro país, como siempre, los jóvenes con auténtica inteligencia plástica se malogran por falta de ayuda y de medios. No tienen espacio para trabajar. Actualmente ya no se puede trabajar en casa, no reúne condiciones, las casas son pequeñas. Antes con un caballete y un cuadro diminuto aún se podía. Hoy es diferente, se necesitan medios técnicos y sobre todo protección. Tampoco tenemos una Ley de Mecenazgo convincente que proteja a los coleccionistas para poder invertir en ayuda al arte a cambio de compensación en los impuestos, como sucede en todo el mundo occidental. Estamos en un momento muy delicado.

P. Tras aquel homenaje en el Congreso por «El abrazo», ¿cómo ve la situación política en España?

R. Incierta. Nuestros políticos no están en su mejor momento. No saben salir de su vulgaridad. Creo que los ciudadanos nos estamos mereciendo algo mejor. La injusticia y la mentira descarada van en aumento.

P. ¿Qué opinión tiene del gobierno de coalición del Botànic en la Generalitat?

R. Veo ilusión, ganas y deseos, vamos a ver…. Cogen a un país en una herencia difícil de superar, un desastre total. Darle la vuelta no va a ser fácil, convertirlo en algo más justo no es fácil. No necesitamos políticos tímidos e inseguros, hace falta inteligencia, decisión y claridad de ideas para contagiarla a los ciudadanos que están desconfiados y con recelo.

P. Hablemos de cultura. ¿Cuáles deben ser la actuaciones públicas de un gobierno progresista?

R. No existe altura política respecto a la cultura. Ni en la derecha que ya se supone, ni en la izquierda que es lo que me preocupa. Todos tienen la misma vulgar idea, para ellos la cultura es un adorno decorativo. La cultura es la vida de donde surge todo, la fuente de la imaginación, de los sentimientos, de la inventiva, de la novedad de las ideas, la fuente de la vida. La enseñanza y la cultura es lo primero, lo más importante. Un cuadro para lo último que sirve es para colgarlo en una pared, antes es portador de ideas, renovación de conceptos, testimonio de una época y cien mil cosas más relacionado con el sentir y el pensar, con la vida en movimiento. Así todo el arte.

P. Después de tantos premios y tantas exposiciones, ¿qué le preocupa ahora a Juan Genovés?

R. Me preocupa lo de siempre, lo de cada día, trabajar en mi estudio en absoluta calma y libertad. Ahora que los años me van venciendo, es ley de vida, necesito mi energía, la que me va quedando, para la pintura que tanto me exigen. En cada momento intento canalizarla y prescindir de otras cosas que me gustaría vivir, las doy por acabadas y estoy encerrado en mi cueva, no me queda más remedio. Sigo con mi ilusión intacta como aquél niño que ilusionado observaba «la verdad» en los cuadros del museo, «el xiquet que dibuixa tan bé».

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