Hace medio siglo de aquella tonada que invitaba a los jóvenes a viajar a San Francisco, donde iban a encontrar a gente amable y dulce. La ciudad celebra con dos exposiciones el cincuentenario del llamado verano del amor, que supuso la oficialización del movimiento hippy y también su cenit; conciertos al aire libre, moda, carteles y arte. No cambiaron el mundo, pero su influencia sigue viva.

No es una cuestión menor: los tejanos acampanados nacieron en San Francisco a mediados de los sesenta. La ciudad se había convertido en la capital del mundo, del mundo juvenil, aquel que despertaba de la extensa posguerra y sus valores, casa, coche y televisión, barbacoa con los vecinos y la mano en el pecho cuando suena el himno. Allí, una generación que llegó a la mayoría de edad con el pelo corto decidió de pronto soltarse la melena, en todos los sentidos. El proceso de desarrollo de un nuevo pensamiento que nada tenía que ver con lo establecido se había iniciado a finales de los cincuenta, con la generación beat, pero no fue hasta los mágicos sesenta cuando lo que se dio en llamar contracultura hizo eclosión y llegó a amplias capas sociales, transformando desde la música hasta la moda y el arte, y con ellos el pensamiento. O tal vez el orden fue el inverso.

Peggy Caserta era la propietaria de la tienda de ropa Mnasidika, situada en Haight-Ashbury, el barrio en el que empezó todo. Caserta se dio cuenta de que cada vez más jóvenes le pedían que ensanchara la parte baja de los pantalones tejanos para poder vestirlos con botas, así que se fue directamente a la fábrica Levi´s, situada entonces en Valencia Street, y les preguntó si podían confeccionar un tipo de jeans acampanados. Fueron un éxito, tanto que en 1973 Levi´s organizó un concurso de ideas para embellecer los tejanos con todo tipo de bordados, cueros y abalorios. Recibieron más de dos mil propuestas. También fue una premonición de cómo el mercado conseguiría hacer suyo en un tiempo récord un fenómeno que se había gestado para contestarles.

El Movimiento para la Libertad de Expresión (Freedom Speech Movement) había nacido en 1964, una más de las numerosas acciones políticas que se estaban produciendo desde 1960. Fue en la Sprout Plaza de la Universidad de Berkeley: todos los caminos llevaban a San Francisco, y allí, cerca del Golden Gate Park, se había ido instalando desde principios de la década un número creciente de jóvenes de clase media, algunos con inclinaciones artísticas, la mayoría con un buen nivel de formación y todos con la determinación de desafiar al statu quo y el camino que otros habían anticipado para ellos. El barrio se llenó de librerías, tiendas de música, centros de meditación, locales de ensayo de los numerosos grupos que se formaban y separaban cada día, talleres de pintura, imprentas?

Como un fenómeno que se autoalimenta, una propuesta llamaba a otra. A partir de enero de 1967 los llegados al barrio de Haight-Ashbury empezaron a contarse por cientos; para el verano, ya por miles. La fiesta había empezado. Y la primera, o una de las primeras, fue el encuentro Human In-Be, en enero de 1967. Allí estaban todos los primeros espadas del movimiento beat: el poeta Allen Ginsberg o el psicólogo Tom Leary, defensor a ultranza de los beneficios terapéuticos del LSD. Justamente fue la ilegalización de esta droga en California unos meses antes la que propició la reunión, a la que asistieron entre 20.000 y 30.000 personas y que fue publicitada por el San Francisco Oracle como "un encuentro de las tribus para el human in-be".

Revive el verano más hippy

Revive el verano más hippy

Diario oficial de la cultura underground, el San Francisco Oracle tuvo una vida corta: doce ejemplares desde octubre de 1966 hasta febrero de 1968. Las copias existentes son ahora ejemplares de coleccionista y se muestran en la exposición que una de las sedes del museo de Bellas Artes de San Francisco, De Young, dedica al verano en que los flower children conquistaron el mundo aunque fuera de forma alegórica. Tejidos y todo tipo de prendas de vestir, incluidos los tejanos customizados antes de que existiera esta palabra, panfletos, carteles, fotografías, todo tipo de objetos para recordar el verano del amor en su 50 aniversario. Un viaje en el tiempo al corazón del movimiento hippy, palabra que según algunos estudiosos deriva de hipster. Cuántas vueltas da la vida para llegar al mismo sitio.

Uno de los carteles de la exposición reza así: "Different era, same free espirit" (diferente era, el mismo espíritu libre). En la presentación participaron algunos de los supervivientes de aquellos míticos meses que conformaron la oficialización del hippismo, su auge pero también el principio de su caída, por llamar de alguna manera a su choque con la realidad. La ciudad de San Francisco no estaba preparada para el aluvión de visitantes, más de cien mil, la situación se degradó, y los más puristas acusaron a muchos de los recién llegados de no haber entendido de qué iba el rollo; el 6 de octubre se celebró un remedo de funeral, pero el movimiento hippy, contracultural o como se le quiera llamar, siguió vivo unos cuantos años más con sus correspondientes veranos. Cincuenta años más tarde, San Francisco lo revive, o lo intenta. Si van allí, recuerden llevar, además de flores en el pelo, prendas de abrigo, porque en California hace frío.