Jazz Rodríguez se compinchó con Carla Pérez para formar una banda en el instituto. Las dos cantan y tocan la guitarra: reclutaron a Antonio Postius, también amigo del colegio, para que tocara la batería; y a Leia, la hermana pequeña de Jazz, para que se encargara del bajo. El resultado fue Mourn: un inicio arrollador que los elevó a categoría de promesa internacional de la música independiente. Pasada la primera hola, Mourn sigue igual de vigente. Han sobrevivido a los peligros del hype. Ayer colaboraron en el escenario Las Palmas a que el FIB, entre otras cosas, gane en presencia femenina.

Habla Jazz, en la previa, de todo un poco, también de la experiencia en Estados Unidos. «Una vez en Cleveland dijimos que ibamos a tocar Otitis, una de nuestras canciones, y un señor gritó «Oh yeah, I like big titties».

R Mi primer recuerdo musical son Jeff Buckley y Peter Gabriel, que me flipaban cuando tenía dos años. Empecé a tocar porque mi hermana Carla llegó un día del cole con un folleto de una escuela de música que abrieron en el pueblo. Se quiso apuntar a tocar el bajo y mis padres me dijeron que me apuntara yo también».

R «Mourn va de crecer como personas y pasarlo bien a la vez. Reconocemos infinidad de influencias. De Throwing Muses a Death Cab For Cutie, pasando por los Ramones, Archers of Loaf, Sunny Day Real Estate, Karate o PJ Harvey... Todo lo que hemos ido escuchando durante nuestras vidas nos ha ido construyendo como músicos».

R «Tenemos muchas ganas de FIB. Personalmente quiero ver a Belako, porque aún no he tenido la oportunidad. Carla quiere ver a Red Hot Chili Peppers y rememorar aquella vez que, con 14 años, reunió dinero con unos amigos para verlos en el Palau Sant Jordi».