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Los demonios y falsos mitos de la SGAE

Creadores y dirigentes de la entidad debaten en València sobre el papel de la sociedad de autores y las causas de su escasa popularidad

Los demonios y falsos mitos de la SGAE

«La Sociedad General de Autores y Editores ha sido un demonio, pero también ha sido víctima de los falsos mitos». Lo dijo ayer Jorge Sánchez, gerente de Artes Escénicas de la SGAE y la frase sirve para resumir el espíritu que sobrevoló la mesa redonda sobre (precisamente) la relación entre la SGAE y los autores de teatro en el marco del festival Russafa Escènica. «Son una minoría los que han manchado el nombre de la SGAE -aseguraba por su parte Juan Luis Mira, moderador del evento desde su doble condición de dramaturgo y miembro del Consejo Territorial valenciano de la entidad-. No hay afán recaudatorio sino de promoción de los autores. Pero para promocionar hay que recaudar y para hacerlo, la única fórmula es tener una sociedad detrás que gestione los derechos».

El objetivo de la mesa redonda organizada por Russafa Escènica con el respaldo de la Fundación SGAE era, precisamente, «intercambiar opiniones sobre la Sociedad de Autores, su funcionamiento y actividad, y su relación con los creadores vinculados al mundo de las artes escénicas». Además de Mira y Jorge Sánchez, también intervinieron Sonia Alejo (presidenta de la Associació Valenciana d´Escriptores i Escriptors de Teatre-Aveet), Álvaro Oltra (director de la SGAE de la Comunitat Valenciana) y Jacobo Pallarés (codirector de Proyecto Inestable y presidente de la Red de Teatros Alternativos).

«Durante años la SGAE no ha hecho bien sus deberes», señaló Pallarés para avisar que en la red que preside la presencia de miembros de la sociedad de autores es cada vez menor. Aun así, defendió que la entidad y los autores alternativos «sean permeables entre sí. No quiero que la SGAE deje de ser lo que es, sino que trabaje construyendo y que no sea un mero recaudador». Jorge Sánchez recogió el guante: «se han mantenido rutinas en el tiempo y no hemos encontrado puntos en común, pero estamos en condiciones de abordar una nueva filosofía sobre las artes escénicas».

También participó desde el público Jerónimo Cornelles, director de la muestra de teatro que se celebra estos días en València, y lo hizo para subrayar que de las 19 compañías que participan en Russafa Escènica, solo la mitad son socias de la SGAE, algo que, por su puesto, no es un buen síntoma. Para él, la culpa de esta desafección es que para muchos autores, sobre todo para los más jóvenes, la sociedad es «un templo que asusta, y los rumores y titulares (en referencia a los que tienen que ver con el reparto de los derechos de autor de los músicos y en escándalos tan recientes como el de la «rueda» y su sistema de recaudación a la televisión) no ayudan».

También hizo referencia Cornelles a la «inflexibilidad burocrática» de la sociedad y como para los autores jóvenes «se les hace una montaña venir aquí (la mesa se celebró en la sede de la SGAE en València) a informarse». «Te doy la razón en lo de la inflexibilidad, pero es aparente y la burocracia es inevitable -le contestó Álvaro Oltra-. La SGAE surge para facilitar las licencias a quienes las precisen. Sin la sociedad de autores, sería mucho más complicado».

En una especie de «mea culpa» Oltra reconoció otros dos fallos de la SGAE que contribuyen a su mala fama. «Además de la gestión de los derechos patrimoniales, dentro de nuestros fines también está promocionar las obras y promocionar servicios asistenciales a nuestros socios. Y en estas dos últimas cosas no nos fijamos lo suficientes». «La SGAE no es el demonio que se pinta y no funciona ni gestiona tan mal como se dice fuera -terció por su parte el gerente de Artes Escénicas de la sociedad-. Los índices de control y recaudación tienen un volumen que asusta porque no hay un agente que pueda afrontar un volumen de trabajo como el que afronta la SGAE. Y además tenemos un margen de mejora importante sobre el control del mercado, llegar a más salas y mejorar las relaciones con la asociación de productores o con la RTA».

Precisamente fue el presidente de los Teatros Alternativos el encargado de contestar a la pregunta del moderador de por qué hay autores que no son de la SGAE. «Siempre he estado tentado por el servicio de asistencia al autor, pero siempre está la fama por lo de la música de que son unos corruptos y unos ladrones -señaló-. Pero sobre todo no soy porque creo en el copyleft, tengo el pensamiento personal de que lo que escribo, una vez escrito, ya no es mío».

Sonia Alejo, por su parte, indicó que «en general» los socios de Aveet «están satisfechos con la gestión que la SGAE hace de sus derechos». Pero también subrayó la «desinformación y la mala prensa que ha creado una resistencia, sobre todo en los jóvenes, a acercarse hasta aquí y preguntar como se gestiona». Por ello, pidió a la sociedad de autores «que salga a la calle a buscar a los autores e informarles. En Francia lo hacen».

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