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¡Falló el Jurado!

XX Premio de Piano Iturbi. Concierto de Ganadores

¡Falló el Jurado!

Estaba claro. No falló el Jurado del XX Premio Iturbi su fallo. Al menos en lo que respecta al ganador, la pianista rusa Fátima Dzusova (1991), que desde el primer momento se mostró como la gran favorita. No por ser o haber sido alumna de un miembro del Jurado (los seis finalistas lo eran, salvo los dos clasificados en último lugar), sino por su pianismo virtuoso y musicalísimo. Si en la fase final la Dzusova convenció a todos con su versión del Segundo concierto de Brahms, en el recital de ganadores lució una sutileza y madera artística ciertamente admirables, tanto en su exquisita y descriptiva versión de Pájaros tristes, como en la rítmica y españolísima Alborada del gracioso, obras ambas incluidas por Ravel en su colección Miroirs.

Discutible es, en cambio, el segundo premio, otorgado contra todo pronóstico al surcoreano Saeyoon Chon, alumno del miembro del jurado John O'Conor, y que el jueves había tocado un rutilante Concierto Emperador de Beethoven tan metronómico y magro de interés como la Rapsodia española de Liszt que ofreció el sábado, donde únicamente en la copla central de la jota logró explayar unos milimetritos su académica y espectacular versión. Admirable resulta, sí, su impecable dominio técnico. Pero los dedos, por sí mismos, son tan inexpresivos como los del crítico al escribir estas líneas sobre el teclado del ordenador.

Jorge Nava, hispano-boliviano nacido en Santander, ganó un merecido Tercer premio, que en buena lid acaso debiera de haber sido segundo. Hizo una proeza en la fase final al conseguir sacar bastante más que dignamente el Tercero de Rajmáninov sin sucumbir a la pesadilla del director de orquesta Bruno Aprea. En la Toccata de Prokófiev asomó de nuevo su enjundia pianística y el cabal comedimiento que el día antes hizo que no perdiera el control en Rajmáninov, pero que, de otra parte, resta pulso y nervio a la hipervirtuosa obra de Prokófiev.

El ruso Andréi Ivanou, cuarto clasificado y premio al mejor intérprete de música española, había brindando un lírico y hasta efusivo Concierto de Schumann. En el recital de ganadores solventó con aséptica suficiencia el prodigio de El amor y la muerte, de las Goyescas de Granados. Menor interés ofrecieron la japonesa Aya Sakamoto (quinto premio) en las Danzas argentinas de Ginastera y el español Juan Carlos Fernández Nieto, sexto y último premio, quien sin rubor abre su página web con una bochornosa cita que reza «Juan Carlos, el Rey del Piano». ¡Como si no existieran Grígori Sokolov y algunos otros! Semejante prepotencia quedó aún resaltada por la fría y no muy noble lectura del temido Islamey de Balakirev con la que se despidió del Iturbi sin pena ni gloria.

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