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Crítica musical

Popurrí que 'suena'

Orquesta Sinfónica de España. Cor de la Universitat Politècnica de València

palau de la música (valència)

Director: Diego García Rodríguez. Pro­gra­ma: Fragmentos de obras de Orff, Brahms, Offenbach, Wagner, Massenet, Chaikovski, Händel, Bizet, Newton, Rossini, Vangelis, Elgar y Beethoven. Entra­da: Alre­de­dor de 1.300 perso­nas. Fe­cha: Martes, 3 octubre de 2017.

El programa era ideal para no melómanos. Un popurrí que tenía de todo con la excusa de presentar obras del repertorio clásico utilizadas en el cine. Y todo muy popular, de esa música que suena y ante la que el espectador ajeno a los conciertos se siente satisfecho de identificar y de canturrear. Desde una danza húngara de Brahms a la obertura de «El barbero de Sevilla» o el «Oh Fortuna» de los «Carmina Burana», de todo había en este programa hecho para gustar y degustar. En el escenario, para dar vida a tan pegadizo conglomerado sonoro, el Cor de La Universitat Politècnica de València y la discreta y altisonantemente llamada Orquesta Sinfónica de España, ambos conjuntos dirigidos por el gallego Diego García Rodríguez, que reemplazaba sin previo aviso al anunciado Kynan Johns.

Todo fue plano y todo sonó parecido en este popurrí que inmisericorde ignoró la música española. Daba igual que en los atriles estuviera el «Lacrimosa» del «Réquiem» de Mozart que el vals de «La bella durmiente» de Chaikovski; la azucarada «Meditación» de Massenet o el pegadizo «Aleluya» de Händel. Poco importaban las frecuentes imperfecciones y desequilibrios de la discreta y menguada orquesta, o las poco cuidadas gradaciones dinámicas con su puntito de brocha gorda. Lecturas y no más. Ligeras y superficiales, que en absoluto indagaban en la naturaleza estética de cada de las páginas y optaban por conseguir -con éxito- el aplauso fácil y franco del público feliz. Algunos puntuales momentos de interés instrumental -el solo de violín en la «Meditación», o el solo de oboe en «El barbero de Sevilla»- no consiguieron levantar el vuelo de tan monótono concierto, en el que el maestro García Rodríguez se limitó a dirigir el tráfico sinfónicos sin mayores ambiciones ni sutilezas.

Más nivel en consideración a su naturaleza no profesional lució el Cor de La Universitat Politècnica de València, fundado en 2001 y que desde entonces desarrolla una creciente actividad no únicamente en el ámbito universitario. Fue el mejor protagonista de la tarde, con incursiones en repertorios tan diversos y exigentes como -además de los ya citados- la ópera «Carmen» de Bizet o la «Marcha nupcial» del segundo acto de «Lohengrin», de Wagner. Todos triunfaron, menos, quizá, la música.

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