En el año 2014, en un viaje que compartió con su padre al Perú, cuando caminaba desde su hotel a la plaza de armas de la localidad en la que estaban hospedados, Víctor Sánchez Rodríguez experimentó lo que él mismo calificó ayer como una «revelación». «Tomé conciencia del pasado colonial, imperialista y doblegador de España -señaló el dramaturgo del Port de Sagunt-, y eso sirvió de catalizador para volcar una situación personal de crisis». Y desde ahí, y durante ese mismo viaje, surgió una obra en la que la política, la colonización, la pobreza o la miseria se cuelan de forma tangencial en las habitaciones desnudas de hotel en las que una pareja vive su propia desintegración.

Esta es la premisa principal de «Cuzco», la obra con la que el Teatro Rialto de València arranca temporada esta tarde a las 20.30 horas. Se trata de una producción del Teatre del Poble Valencià, con el apoyo del Ayuntamiento de Sagunt, escrita y dirigida por Víctor Sánchez Rodríguez, galardonado con el Premio Max 2016 al autor revelación por «Nosotros nos mataremos como pistolas» y nominado de nuevo en 2017 por «A España no la va a conocer ni la madre que la parió». Para su puesta en escena ha contado con dos de sus actores habituales: Silvia Valero y Bruno Tamarit, además de la escenógrafa Mireia Vila, el iluminador Mingo Albir, y la ayudante de dirección Cristina Fernández.

Todos ellos presentaron ayer la obra frente a la sala José Sancho del Rialto, en compañía del director del Institut Valencià de Cultura (IVC), Abel Guarinos, y el director adjunto de Artes Escénicas del IVC, Roberto García. «Víctor es una de las voces más potentes y singulares del último teatro valenciano», destacó ayer García, que también calificó «Cuzco» como un «texto muy esencial, que permite lecturas diferentes y que mezcla elementos carnales y terrenales con otros poéticos e ideológicos». Las habitaciones de hotel por las que va pasando la pareja protagonista reflejan la distancia entre ellos como «metáfora de los fantasmas emocionales» y de los deseos de cada uno de ellos señaló Roberto García.

Así pues, Silvia Valero («Ella») y Bruno Tamarit («Él») comparten el peso de la obra con las habitaciones de hotel que ocupan en su viaje. Habitaciones vacías, sin camas, un «espacio interior, abandonado como su relación, a la que intentan dar vida desesperadamente», describió ayer el autor, quien agradeció especialmente el trabajo de escenografía de Mireia Vila y de «coreografía» de Cristina Fernández por «haber dado vida a un espacio tan jodido».

«Cuzco», para la actriz Silvia Valero, es una obra de «valientes». «Interpretar a este personaje de me ha dotado de valentía. Ella es una valiente que dice cosas que no nos atrevemos a decir, que viaja a sitios oscuros y que se enfrenta al miedo. Valiente, para Valero, también es el equipo porque «hoy en día hacer arte es ser alocado y valeroso» y valiente es el IVC «por apostar por gente que no había podido pasar por aquí». El actor Bruno Tamarit, por su parte, reconoció que interpretar el papel de «Él» es, a la vez, «complicado y placentero». «Víctor insistía en que supiéramos cual es nuestro objetivo como personale. La pareja viene con mucha carga del pasado, hay mucho subtexto, segundas intenciones...».