Un edificio que se ha caído, una cinta enrollada, un texto tachado, el reloj de pulsera que no está, el cartel fuera de su sitio, el papel doblado, las carpetas cerradas, la pantalla de televisión con la nieve, un espejo sin reflejo... La veintena de carteles del artista conceptual Ignasi Aballí (Barcelona, 1958) que desde ayer cuelgan en la Galería 3 del IVAM tienen, al menos dos cosas en común. La primera: que los títulos que aparecen en los carteles creados por Abadí se corresponden con los de los guiones de películas escritos por el escritor francés George Perec (1936-1982), guiones que en algunos casos acabaron rodándose (Serie negra, Récits d´Ellis Island, por ejemplo) y que en otros, la mayoría, se quedaron en un simple proyecto.

Lo segundo en común, y tal como destacaba ayer el comisario de la exposición, Sergio Rubira, esa "obsesión por la huella y lo oculto" que comparten las obras de Perec y Aballí y que se refleja en las «ausencias» -la del edificio, la del texto, la del reloj, la de la imagen de la televisión- que protagonizan el contenido de los carteles. "Los carteles de películas han de ser obvios y aquí son lo contrario, pero a la vez están funcionando porque esa ausencia atrae al espectador", explicaba Rubira.

El punto de partida de la colección Desapariciones (2002) sería, pues, la "poética de lo ausente" en la obra literaria y cinematográfica del francés, y en concreto de la novela La disparition (1969), en la que el autor excluyó la «e» de todo el texto. El propio Ignasi Aballí señalaba tras la presentación de su «Caso de Estudio» que los carteles cinematográficos "suelen incorporar una imagen atractiva que concite la atención. En este caso lo que atrae es lo que está oculto. Que existan elementos vacíos es una forma de incitar y preguntarse qué ocurre".

Pero los 23 carteles cinematográficos de Desapariciones son también la 'tierra de nadie' en la que Aballí se encuentra con Perec. "Cuando me planteé el proyecto, descubrí que Perec tenía esa vinculación con el cine bastante amplia e incluso que había llevado algunos de sus libros al cine y que había estado involucrado en varios proyectos. Ninguno de los dos nos hemos dedicado al cine, pero éste era un terreno neutro entre el suyo como escritor y el mío como artista, y eso me permitía mezclarnos de una manera mucho más anónima e interesante".

Aballí confiesa su proximidad con el escritor -uno de los fundamentales de la literatura francesa del siglo XX-, "sobre todo con sus textos experimentales con el lenguaje, y con su forma de trabajar, en el sentido de que se autoimpone siempre unas condiciones muy estrictas que mantiene hasta el final. Yo también lo he hecho. Y me interesa cómo incorpora a sus obras textos que no son literarios, como catálogos de ferretería, o prospectos de medicamentos. Su interés por la clasificación, la enumeración, el inventariado, la descripción de lo que veía en la calle, por fijarse en lo cotidiano. Son cosas que tiene su escritura y que yo también incorporo a mi trabajo".

Además de la serie de carteles de Desapariciones, 'Caso de Estudio. Ignasi Aballí' ofrece también otras expresiones de la relación del artista con George Perec y con el cine. En la misma Galería 3 del IVAM se proyecta Desaparición, la película que en ese mismo 2002 Aballí rodó a partir del guión del escritor francés sobre La disparition. "Él quería hacer esa película, en la que no se vería el rostro de los actores como equivalente a la no inclusión de la e en la novela. No pudo hacerla, pero el guión estaba muy bien desarrollado y lo tomé como punto de partida. La lleve a mi terreno, a usar la prensa como fuente de información e imagen".

La tercera parte de la exposición es Sinopsis II (película sin fin) (2009), ocho impresiones digitales sobre papel fotográfico que describen situaciones violentas (un atraco, una huida, una agresión a un indigente) grabadas por cámaras de vigilancia. En este caso, no hay referencias explícitas a la obra de Perec pero se mantiene la obsesión por la ausencia (y el cine) de Aballí. "Es la idea de la cámara como testigo y el estar dentro de una película sin fin", resume Rubira.