Haga un esfuerzo. Recuerde si ha visitado el MuVIM. En caso afirmativo evoque alguna de sus exposiciones. Quizás «La casa de Borbón: ciencia y técnica en la España Ilustrada», en 2006, donde la infanta Elena y Jaime de Marichalar recorrieron la muestra. Igual fue «Sheying. Sombras de China», en 2008, con las fotografías de los aventureros Pierre Joseph Rossier y Felice Beato del siglo XIX. O «Ídolos pop» sobre la ruta del bakalao de Lluís Fernández en 2013. Puede que le sorprendiera las recientes estampas japonesas del siglo XVIII, donde Rafael Company, que volvía a la programar como director, dijo: «Abrimos València a Japón para el deleite de las personas sensibles a la belleza».
Ninguna de esas actividades del MuVIM obtuvo el reconocimiento de púbico y crítica parecido al que inauguró el IVAM en 1989 sobre Joaquín Sorolla, un expectación tal que provocó colas diarias. València no ha vuelto a vivir ese interés desatado. Pero el IVAM, la Fundación Bancaja, el Bellas Artes y más recientemente el Centre d'Art de Bombas Gens ha cumplido las expectativas de una ciudad que respira arte. Eso, más allá de las frías cifras de visitantes, integran los museos en el ecosistema urbano. Algo que no ha conseguido el MuVIM.
Ahora que su director reivindica en soledad el MuVIM como irremplazable, estaría bien que explique donde iba el Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad. De eso no habla el que ideó el proyecto, en el que permaneció como responsable de didáctica cuando dimitió, y el encargado de los últimos vaivenes de la programación en esta su segunda etapa como director, con uno de los mejores presupuestos de su historia.
La Diputación destina casi 4 millones al MuVIM, pese a ser un competencia impropia de la corporación. Dos millones menos que la Generalitat al IVAM, el buque insignida de los museos públicos valencianos, de reconocido prestigio internacional. Pero con la diferencia que mientras el MuVIM de Company carece de coherencia museográfica y mantiene en cartel tres exposiciones en estos momentos, el IVAM ofrece siete dentro de un relato bien diseñado, por no hablar del incalculable valor de sus fondos. Mientras el centro multiusos provincial solo puede presumir del de Alfons Roig, de momento, porque se está negociando un escenario mejor.
El presupuesto de 2017 de la Diputación recoge un total de 3´9 millones al MuVIM, a los que habría que añadir dietas, viajes y extras. Y más de la mitad (2´7 millones) corresponden a su sustento, o sea, personal, vigilancia, mantenimiento y limpieza, mientras solo 1,2 para actividades, exposiciones, talleres y jornadas.
Un gasto exorbitante para una competencia impropia.
