Experimento sociológico antes de entrevistar a C. Tangana: Preguntados amigos y compañeros si conocen al susodicho, sólo los de menos edad reaccionan positivamente. El resto, ni flores pese a estar siendo inquiridos sobre el autor de esa «Mala mujer» con uñas de gel que lleva 48,1 millones de reproducciones en Spotify. La música popular vive uno de esas cíclicas rupturas generacionales que la mantienen viva.

«Es cuestión de tiempo -asegura Antón Álvarez (aka C. Tangana) a Levante-EMV-. La mayoría de las personas de 40 años para arriba consumen discos de bandas que llevan siguiendo mucho tiempo. Pero en cinco años cualquiera que tenga un mínimo de inquietud cultural conocerá a C. Tangana, aunque no le guste».

¿Es un artista? ¿Es un producto? «Mira mi nombre y piensa en Inditex», canta en una de las canciones de «Ídolo» (2017), su primer disco en solitario y su primer contrato con una multinacional (Sony) tras pasar años haciéndose un nombre entre esa inmensa minoría que en su vida han tenido que apretar fuerte para darle al «play». ¿Un corte de mangas a los que piensan que las redes acabarán con aquello tan bonito de vivir bien de la música? «Es una constantación de que en vez de renegar de los nuevos modelos y de obligar a los artistas a permanecer en los viejos, hay que provocar que la industria se adapte a la realidad. Es lo que yo he hecho con Sony».

C. Tangana contará su experiencia en la séptima edición del postgrado en Gestión Empresarial de la Música que organizan la Universitat de València y Songsforever. ¿Qué aporta un estudiante de filosofía («me ha ayudado a tener una perspectiva y a dar un paso hacia atrás para ver las cosas»), exoperario de Vodafone y nuevo ídolo de la «músicaurbanalatina»? «Puedo aportar luz sobre cómo se puede construir una carrera musical en España y cuáles han sido mis ideas de negocio, dónde he visto las oportunidades con la nueva generación y los nuevos modelos de industria».

C. Tangana no sólo se considera una marca, sino que, además, reconoce que su «asalto a los cielos» del pop cuenta con su propio plan empresarial y una indudable voluntad de ganar dinero. «En España aún está bien visto no haber tenido oportunidades y ser un víctima, pero yo no tengo orgullo ni voluntad de ser pobre. Todo lo contrario. Tengo un discurso de persona ambiciosa porque he trabajado mucho para muchos jefes y he tenido contratos de mierda. No tengo pudor en decir que quiero crecer a nivel creativo pero también que mi influencia y mi poder adquisitivo aumenten. Sé que eso choca, porque no se han oído artistas con ese tipo de discurso en España. Otra cosa nueva que traemos».

El escritor Miguel Espigado concluía en un artículo que el triunfo del «trap» (etiqueta en la que se incluye a C. Tangana, aunque no le guste demasiado) tiene mucho que ver con la fantasía de poder y popularidad que vende este estilo a esa generación de adolescentes y postadolescentes empobrecida por la crisis. «Triunfamos por muchas cosas -replica él-. Yo, principalmente, porque soy una persona muy trabajadora, y que ha sabido ser inteligente y astuta. Pero creativamente aportamos también algo, ha habido una revolución artística que no había habido desde la movida. La música urbana está cambiando a las discográficas, a las marcas, a la imagen y a los medios. Yo vendo éxito, pero no sólo eso. Somos un movimiento muy rico de influencias, de creatividad, de nuevas estéticas, de paradigmas que van a permanecer mucho tiempo».

A Antón sólo le preocupa «ligeramente» cómo esas canciones de ambición, sexo y drogas pueden influir en sus oyentes. «Soy una esteta, no me interesa que un artista me diga lo que tengo que pensar. Mucho del arte que me gusta no es ejemplo de conducta. Si los que hacemos arte tuviéramos que pensar en la conciencia de los demás no existirían Nirvana, Bukowsky, John Fante o la generación Beat».

Más allá de su música, y antes de «Mala mujer», el nombre de C. Tangana empezó a sonar por sus tuits viperinos o sus polémicas con Los Chikos del Maíz o el mismo Pablo Iglesias. «Es parte de mi perfomance -proclama-. Todo este numerito que hay alrededor de mi música es mi forma de moverme en la industria, de vivir como personaje que interactua con los medios, con otros artistas, con la política. Forma parte de mi arte».

A sus 27 años, Antón/C. Tangana ha conseguido su objetivo: ser «mainstream». «Para mí no es malo, es el lugar al que yo quería llegar porque te permite hacer cosas más interesantes y más grandes».