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El clarinete de un 'crack'

Obras de Messager, Baermann, Rossini y Mozart.

palau de la música (valència)

Festival Strings Lucerne. Director y clarinete solista: Joan Enric Lluna

Siendo como es el clarinete el instrumento estrella entre las sociedades musicales valencianas, es lógico que un crack como Joan Enric Lluna convocara a gran público. Pero también sorprende la ausencia de una asistencia más fresca: estudiantes o jóvenes músicos de los cientos de bandas que desbordan estas tierras. Pero eso es otro debate.

El artista de Godella lleva 40 años de carrera dentro y fuera de España, sin desechar cualquier trabajo como solista, cámara, orquesta o docencia. En esta ocasión acudió con un ensemble como Las Cuerdas del Festival de Lucerna, con más de 60 años dando conciertos en los 5 continentes. Son garantía cualitativa con los clásicos y románticos sin desdeñar a contemporáneos del siglo XX y del XXI. Fue en este apartado, en el que hubieran dado muestras de su excelencia, pero quedará para una próxima visita.

El maestro godellense fue protagonista absoluto de la velada, tanto con la batuta como con su instrumento. O con ambos. Él es un enorme clarinetista, que obtiene resultados de alto vuelo gracias a una técnica abocada a la perfección lo que le permite volar alto con un sonido pleno de claro oscuros en la zona grave y media, y brillantes agudos. Todo eso se constató desde el Solo de concours, de Messager, transcrito desde su versión original para piano. Es obra de lucimiento y exhibición para el solista, trufado de triples saltos mortales que exigen, como poco, la disposición mostrada por nuestro músico. Siguió el Adagio Op. 23, de Bärmann, una pequeña pero preciosa pieza, durante años atribuida a Wagner, con la que Lluna disfrutó con cálida musicalidad.

Las Variaciones rossinianas son un tour de force en las que el maestro de Pesaro puso a prueba la habilidad y musicalidad de cualquier virtuoso. Lluna se las merendó sin rechistar y terminando de enardecer la sesión. Un bis de Anton Stadler, contemporáneo de Mozart, prendió con grandes ovaciones.

La Sinfonía nº 40 de Mozart es obra harto conocida. Por ello presenta no pocos escollos. Fue una versión desigual, con algún que otro desajuste entre batuta y músicos, a falta, quizá, de mas ensayos para evitar un Mozart mas cóncavo que convexo.

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