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La posverdad y Tennessee Willimas

«Una gata sobre un tejado de Zinc caliente»

teatro olympia

De: Tennessee Williams. Int: Juan Diego, Begoña Maestre, Marta Molina, Andreas Muñoz, José Luis Patiño, Alicia Sánchez. Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda. Iluminación: Felipe Ramos. Versión y dirección: Amelia Ochandiano.

Tenía ganas de ver una nueva versión escénica de esta obra. Ganas y, al mismo tiempo, miedo de que el paso del tiempo le hubiera hecho mella. Ya se sabe, el tiempo destruye, sí, pero también, en ocasiones, pone las cosas en su sitio. Y el tiempo dice que esta obra es ya un clásico, pero no solo hay que guardarla en un museo, sino que es posible seguir insistiendo en llevarla a un escenario de hoy.

Visto de nuevo la obra, tengo renovadas sensaciones -eso es lo valioso de un clásico-, y descubro que es un texto tramposo a pesar de su alta radiación sentimental. Williams maneja como nadie la estructura del melodrama. Ya no nos interesa tanto la explicación psicológica, sino la intuitiva invención del autor. Y la búsqueda de la verdad (¿mentir para sobrevivir, o la verdad de la vida?), y más en estos momentos donde se habla de posverdad.

Esta sintomatología llega al escenario bajo una dirección de Amelia Ochandiano que busca una cotidianidad que se agradece. Pero veo dos fallas. Por un lado, habría que cuidar más el movimiento escénico. Y ello se conseguiría mejor sin tanto mueble. Estamos en el siglo XXI, e igual que es elogiable el efecto de la lluvia, también lo es vislumbrar una escenografía más sintética. Por el otro, pienso que hay que pulir más la dirección de actores. Me temo que la profundidad de estos personajes está lejos del modo interpretativo elegido. Begoña Maestre (Maggie) trata de construir su personaje insistiendo en poses, lo que difumina una verdad que a veces consigue.

Más ajustado está el Brick de Andreas Muñoz en su tarea de expresar el sentimiento de piedad y de respeto. Pero, cuando se exalta y pierde la mirada íntima, se excede, como todos. Tiempos de posverdad como he dicho Juan Diego sigue siendo un maestro en explosiones catárticas (aun con algunos problemas con la voz). De todos modos, el montaje entretiene, por el texto, y en mi caso, por repensar cosas del pasado y resetear mis sentimientos.

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