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Pintor valenciano

Sorolla sí tuvo estudio en el Cabanyal

El catedrático Josep Vicent Boira desvela la ubicación del taller del pintor gracias a unas cartas de la Casa Museo- El inmueble fue derribado en 1906 y sus enseres se trasladaron a casa de Blasco Ibáñez

Sorolla sí tuvo estudio en el Cabanyal

«Muchas veces, al vagar por la playa preparando mentalmente mi novela, encontré a un pintor joven, que laboraba a pleno sol, reproduciendo mágicamente sobre sus lienzos el oro de la luz, el color invisible del aire, el azul palpitante del Mediterráneo, la blancura transparente y sólida al mismo tiempo de las velas, la mole rubia y camal de los grandes bueyes cortando la ola majestuosamente al tirar de las barcas. [...] Trabajamos juntos, él en sus lienzos, yo en mi novela, teniendo enfrente el mismo modelo. [...] Era Joaquín Sorolla». Son palabras escritas por Vicente Blasco Ibáñez en su nota al lector de la que fue su segunda novela, «Flor de mayo» (1895). En ese texto el escritor valenciano da cuenta de su amistad con el pintor, de su casi fortuito reencuentro y de cómo a la luz del Mediterráneo trabajaron juntos. Posiblemente, en la misma casa del escritor. Estas palabras cobran hoy más sentido que nunca tras descubrir que Joaquín Sorolla sí tuvo su estudio en el Cabanyal.

El hallazgo lo ha encontrado el catedrático de Geografía de la Universitat de València y secretario autonómico de Obras Públicas, Josep Vicent Boira, tras localizar unas cartas en la Casa Museo del pintor valenciano en Madrid que revelan la existencia del taller donde Sorolla no solo trabajaba sino que además guardaba parte de sus cuadros en el Cabanyal.

Este estudio se encontraba, según la correspondencia, en la calle Eugenia Viñes, a la altura del número 225, lugar donde hoy se ubican locales de ocio y restauración. Esta localización se extrae de los datos que dichas cartas ofrecen. Así, la primera misiva que da cuenta Boira está fechada a 22 de agosto de 1906. En ella, el presidente y el secretario de la Sociedad Progreso Pescador explican al pintor que la asociación ha comprado «dos pares de bueyes para vara las embarcaciones» y no tienen «otro sitio para hacer la cuadra que el corral de los teñidores que como Usted sabe está unido al de Usted». En esta carta, desde la Sociedad piden al artista «permiso para hacer la cuadra dentro de su terreno». «Nos resolvería un gran problema y creo no perjudicaríamos a su estudio». Es aquí, pues, donde se confirma que Sorolla sí tenía su propio estudio en el Cabanyal, donde complementaba su pintura a pie de playa. «Tenemos el ganado al intemperie esperando el permiso de usted para edificar», continúa la misiva. La intención de los pescadores era ampliar el Pósito para poder dar espacio tanto a los animales comprados como a la casa refugio de inválidos, en la parcela contigua y que solicitaron al Gobierno en 1903 y al que se dio luz verde en 1904.

Y aunque no se tiene constancia de la respuesta de Sorolla a los pescadores se intuye, por la siguiente misiva que la Sociedad envía al pintor, que este responde otorgando su permiso, ya que la junta de la asociación se muestra «profundamente agradecida por su generosidad». «En resumen, la playa es nuestra y de Usted», señalan los pescadores.

Sin embargo, algo debe ocurrir en pocos meses. En una siguiente carta, fechada el 16 de octubre de 1906 y remitida por el suegro de Sorolla -Antonio García- al pintor, el tono sobre la situación del estudio se vuelve menos cordial. En ella, García explica a Sorolla que «ya ha comenzado el derribo de los barracones de la playa» y que José Fosati, «Garrote», calafate conocido del barrio, se encargaría de recoger los enseres del estudio. Pocos días después, el 19 de octubre, el suegro de Sorolla explica al pintor el «cariz» que va tomando el asunto de los barracones, de los que se hace incluso eco la prensa del momento. Le pide que no «solicite nada», «sin pedir favores», quizás en alusión a la amistad de Sorolla con Blasco, señala Boira. «Si por influencia se salvase el estudio [€] presumo que no tardarían los perjudicados en prenderle fuego», dice el suegro de Sorolla en su carta. Tan solo tres días después, el 22 de octubre, García anuncia a Sorolla que ya se ha derribado parte de su estudio, salvándose el «armario grande» donde el pintor guardaba su obra. En la misma misiva, comenta al pintor que el calafate está a la espera de que Sorolla le confirme si se lleva el contenido a la casa de Blasco Ibáñez.

Finalmente, en otra carta, fechada ya el 27 de octubre de ese mismo año, el suegro de Sorolla le escribe sobre la conveniencia de montar el «armariote» donde metían los cuadros, posiblemente en la casa del político y escritor.

Según la hipótesis de Boira, «algo debió ocurrir entre agosto y octubre» para que el tono conciliador de las primeras cartas de los pescadores a Sorolla se volviera más tenso en las explicaciones que su suegro le da sobre la situación de su estudio.

El catedrático recuerda, con la documentación encontrada, que finalmente el 8 de octubre de 1908 el boletín oficial publica la concesión de terrenos para el Progreso Pescador, que destinarán a la construcción de un mercado o casa de bueyes, entre otros usos. Como las misivas decían, «la playa es nuestra y de Usted», aunque finalmente parece que los pescadores lograron su objetivo.

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