Manel (Vito Sanz), físico prometedor y un pelín neurótico, se propone demostrar cómo su relación con Elena (Berta Vázquez), cotizada modelo y actriz en ciernes, no ha sido un completo desastre por su culpa, sino porque estaba determinada desde un principio por las mismísimas leyes de la física, aquellas que descubrieron genios como Sir Isaac Newton, Albert Einstein o los padres de la mecánica cuántica. Y especialmente por los principios de la termodinámica. Este es el punto de partida de Las leyes de la termodinámica, la última película del director y guionista Mateo Gil, que ayer presentó la cinta en los Preestrenos del Festival Antonio Ferrandis y que hoy llega a los cines.
Con ese título y algunos tintes documentales parece que vayamos a enfrentarnos a una película de divulgación científica.
No llega a ese nivel (ríe). Lo que dicen los científicos que aparecen en la película es cierto, pero yo me quedo con la metáfora, lo superficial para sacarle un poquito de humor a la historia. Si alguien aspira a entender algo de ciencia con la película va listo (ríe).
Porque lo que esperamos ver es una comedia romántica.
Sí. De hecho, yo creo que, además, bastante clásica. Lo que pasa es que el disfraz llama mucho la atención, sobre todo al principio porque empieza como un documental muy serio y desconcierta un poco. Pero es parte del juego.
¿Cómo llegó a la idea de comparar la termodinámica con el amor?
Me gusta leer libros de divulgación científica, me ayudan a mantenerme despierto y se me ocurren ideas. En uno leí una definición muy básica de estas leyes y vi que tenían una traducción en los sentimientos. Al cambiar energía por amor vi algo curioso. La primera idea era hacer un falso documental pero luego fue ganando la comedia.
¿Con qué mensaje le gustaría que saliera el público?
El tema de fondo podría ser el libre albedrío. Pero no se dan respuestas. Se plantean preguntas y que cada uno escoja.
Hablando de elecciones, ¿cómo elige cada proyecto?
No los elijo. Las ideas se te ocurren en función de tus vivencias. He tenido la suerte de hacer las películas que quería hacer y conseguí que me las produjeran. En España es difícil que te ofrezcan cosas, normalmente es el director el que tiene que proponer proyectos. Pero me voy dejando llevar por lo que me digan las tripas y me dejan las circunstancias. Lo próximo que haga no sé si será una película o una serie porque el mercado está cambiando.
¿La ciencia está de moda?
Esa frase la he escuchado varias veces, pero como hace años que uso la ciencia como inspiración... Ojalá. La ciencia, en un momento de tanto desconcierto social y tendencia a creencias supersticiosas, está bien, es volver a la sensatez.
Ha contado con un elenco de caras conocidas, incluyendo a Josep Maria Pou, que precisamente estos días está en València. Siendo científicos, ¿qué porcentaje de éxito supone contar con el elenco adecuado?
El gran Pou... Fue un gustazo trabajar con él. El casting es una gran parte del trabajo. No solo hay que buscar que sean buenos actores, sino que haya química: entre ellos, con sus personajes y con la cámara. Te pueden elevar o arruinar una película si no aciertas.
¿Qué género se le resiste?
El que me quedaba más lejano y me daba más miedo era la comedia. Pero no cambio de género intencionadamente, hago los proyectos que me dejan hacer, me adapto. Si me dejaran, lo probaría todo.
¿Le tienta hacer televisión?
Me tienta, pero depende del proyecto; hacer por hacer, no. El proyecto tiene que agarrarme. Las series han recuperado un lenguaje muy clásico que las nuevas tecnologías estaban haciendo desparecer. Pero como hay tal sobresaturación de producto... tengo que tener muy claro que merece la pena.
