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La mística del pecado

«Divinas palabras»

teatro principal (valència)

Creación y dirección: Edison Valls, Rosángeles Valls. Música original: Pep Llopis, Jorge Gavaldá. Vestuario: Pascual Peris. Iluminación: Emilio Lavarias. Escenografía: E. Valls. Producción: Ballet de la Generalitat.

Se dice que los extremos se tocan. Pues el anticlerismo de Valle- Inclán tiene algo que ver con el clericalismo tradicional: el amor por la estética. Y en esta obra hay también una fusión: el pecado encarnado en pasiones elementales de la lujuria y la avaricia, paradójicamente, fluyen con una extraña espiritualidad. Sus figuras son carnales y al mismo tiempo místicas, repletas de un sentido religioso profundo. Esta búsqueda es la que se ha desarrollado en esta visión coreográfica dirigida por Rosángeles y Edison Valls con la que se han traducido las imágenes que transmite un texto que en su origen tenía algo de danza, de danza de la muerte.

Las acciones de los bailarines se concentran en generar eventos, en seducir. Cobran resonancia Toni Aparisi (Pedro Gailo) y Ana Luján (Laureaniño «el idiota»), responsables también del vocabulario coreográfico.

Todo el elenco resalta, cada uno en su papel, o papeles. Las coreografías de grupo son desenfadadas, perfectamente dibujadas en el espacio (magnífico el pas de deux de los dos bailarines), y nos presentan como una sucesión de líneas abstractas, pero repletas de claridad interpretativa. Cada sonido (Pep Llopis y Jorge Gavaldá), está incrustado en los movimientos. Música y movimientos trasmiten una mezcla de sexo, placer, muerte y religiosidad. Sonidos místicos (por ahí andan las reminiscencias del Misteri d´Elx) y escenas profanas. Orgía y equilibrio estético. Los extremos, sí, se tocan.

El espacio escénico aparece como experiencia plástica y como ritual dramático, y atmosférico, el que crea la bella niebla que provoca de la iluminación. Podría ser que algunos colores del vestuario, o el minimalismo de la escenografía no ayuden a trasmitir el tono valleinclanesco clásico (Galicia mítica, tenebrismo, oscuridad€), pero se trata de una interpretación libre, y, ya se sabe, las versiones son inescrutables, como los caminos del Señor. Mejor acabar con unas palabras de Séptimo Miau: «Entramos, pecamos y nos caminamos». Y de paso vemos buena danza. La rebelión de la carne.

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