València se convirtió ayer en un gran auditorio. Siete pianos de cola aparecieron a las 11 horas de la mañana en diferentes puntos estratégicos de la ciudad como la plaza del Patriarca, la plaza del Ayuntamiento, la plaza Redonda, el Mercado Central o la Estación del Norte. La Fundación Jesús Sierra fue la causante de su instalación, una iniciativa pionera en la ciudad de València, aunque muy popular en otras ciudades europeas como París o Berlín.

El objetivo de la entidad era dar a conocer el Concurso Internacional de Música María Canals que se celebra en Barcelona, así como fomentar la participación ciudadana a través de la música. Hasta las 20 horas, los transeúntes pudieron sentarse frente a los pianos de cola de la fundación, de la marca Bösendorfer, perteneciente a Yamaha, para tocar piezas clásicas, bandas sonoras o improvisar al teclado.

«Todos son libres de utilizarlos, incluso los que sólo quieren jugar con las teclas», aseguró ayer Pablo Baidez, un estudiante de primer año de piano en el Conservatorio Superior de València y supervisor del instrumento de la plaza Redonda. Cada piano contó con un asistente encargado de tocar el instrumento en caso de que nadie se animara. Sin embargo, a las pocas horas de la instalación de estos pianos, los supervisores se dieron cuenta de que su presencia no era tan necesaria. «Estamos muy sorprendidos de la reacción de la gente. Habían ganas de tocar el piano en la calle», contó Baidez mientras un vecino del barrio pedía turno para tocar. «Le compré un piano a mi hija cuando era pequeña y acabé haciéndole más caso yo que ella. Cuando me jubilé tenía claro que quería aprender a tocar», aseguró Javier Cebrián, un valenciano de 66 años. «Es la primera vez que voy a sentarme frente a un piano de cola y es un lujo poder hacerlo en la plaza Redonda», señaló Cebrián, quien ensaya con un teclado electrónico en su casa con la ayuda de un profesor particular. Cuando le tocó el turno decidió interpretar una pieza del compositor alemán Kurt Weill, Youkali.

Varias dimensiones

El tamaño de los pianos de la fundación varió según el escenario. Los instrumentos ubicados en la plaza de la Virgen y la del Ayuntamiento fueron los de mayores dimensiones -2,70 metros de largo- , mientras que el de la plaza Redonda fue el más pequeño -1,73 metros-.

El ambiente recogido del histórico mercado ayudó a crear una atmósfera mágica en la que tanto los turnos como las composiciones se fueron sucediendo con tranquilidad.

A pocos metros de allí, en la plaza de la Virgen, el ambiente era muy diferente. El piano de cola que presidió la plaza, engalanada para festejar el día dedicado a la patrona de València, estaba rodeado por decenas de vecinos y turistas que no querían perder detalle de estos conciertos improvisados. Por la caja de resonancia de este instrumento sonaron composiciones muy populares, como la banda sonora de Star Wars o la de La la land, esta última conocida por ser una de las primeras canciones que interpretaron a dúo Alfred y Amaia -representantes de España en Eurovisión- en «Operación triunfo». Por el piano de la plaza de la Virgen pasó incluso un niño de cinco años, que tuvo la oportunidad de interpretar Frère Jacques. Su pequeño recital animó a otra estudiante de conservatorio que pasaba por allí a ir a su casa a toda prisa a por las partituras.

El piano situado en la plaza del Ayuntamiento también contó con un nutrido grupo de oyentes. En él también se interpretaron piezas contemporáneas como la banda sonora del videojuego Skyrim, compuesta por Jeremy Soule.