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Entrevista

Juan Tallón: "La única forma de explicar el poder por dentro es inventarlo"

«El margen de mejora del país sólo es posible en nuestra imaginación»

Juan Tallón: "La única forma de explicar el poder por dentro es inventarlo"

P ¿Por qué decide contar una historia de corrupción y poder y dedicar a ello tres años de su vida?

R Hace cuatro años un periodista, Javier Fraiz, me preguntaba si algún día se escribiría una novela sobre la corrupción. Ya se habían escrito novelas sobre la crisis económica, y le dije que seguramente esa novela acabaría emergiendo, pero que debía pasar un tiempo entre que las épocas históricas se tambalean y esos temblores repercuten en la literatura. En broma, añadí que esa novela iba a ser la próxima a la que me dedicase. Hay que tener mucho cuidado con las bromas que haces. El hecho es que la corrupción comenzaba a ser asfixiante y el tema a obsesionarme, y después también la forma de tratarlo literariamente. Al cabo de año y medio me puse a escribirla. No era broma.

P El retrato que ofrece de los políticos y empresarios es desolador. ¿No hay margen para el optimismo?

R No hay mucho. Y tampoco fuera de la novela, donde tenemos la sensación de ser actores de una historia sin final feliz. El margen de mejora del país solo es posible en nuestra imaginación, o en las vanas esperanzas que nos inventamos cada mañana. La novela en todo caso tiene un final abierto en el que el lector puede preguntarse si es posible que en el último momento las cosas suceden como debieran.

P Tampoco hay moralina.

R Huyo de ella. Esta es la historia de una generación de políticos que aman el éxito y el poder, y que cuando lo consiguen hacen lo que sea para mantenerlo, sin mensajes morales. Es el relato del auge y el ocaso de un país a través de sus elites políticas, económicas y periodísticas, que son al fin y al cabo una sola elite. La división de poderes dio paso a su unión, y luego a la corrupción.

P Su novela puede pasar por la crónica novelada de una época, de cómo España llegó a la situación actual. ¿Los políticos de hoy han aprendido algo de los errores del pasado?

R La novela pretende ser intemporal, de tal forma que puede leerse como algo que pasó, está pasando o que pasará. La historia de la humanidad es la historia de unos poderes que creíamos invencibles, de grandes hegemonías que no adivinaron su final, y que aun así llegó, a veces en silencio y lentamente. Cuando un poder parece inamovible, siempre emerge otro que lo sustituye. Todas las historias de los grupos humanos son la misma historia, la de un poder que parecía imperecedero sustituido por otro.

P ¿Le costó cambiar de registro? Sus novelas anteriores eran más intimistas.

R Esta es muy distinta por el tema, la época, sus personajes, el mundo en que los sitúo, el estilo. Todo ha cambiado.

P ¿Es su novela más compleja?

R Sí, por el volumen de personajes protagonistas, que la hacen una novela muy coral, y porque pese a ser aborrecibles, cínicos, inteligentes, zafios, corruptos, debían al mismo tiempo resultar atrayentes. Porque se trataba de capturar toda una época a lo largo de 14 años durante los cuales los personajes tenían que evolucionar. Y por el estilo, que debía huir de la parodia.

P En esta novela parece que hace un ejercicio de contención de esa fina ironía que caracteriza su obra, ¿por qué?

R Es una estrategia narrativa que convenía a la novela. No quería incurrir en una imitación burlesca de la realidad. Fuera de eso, el humor va a estar presente en cualquier de mis textos, siempre. Incluso en Fin de poema, que narra el último día de vida de cuatro poetas suicidas, hay momentos en que el humor asoma. No entiendo la vida sin él, y tampoco entiendo la literatura.

P No se aprecia en los personajes ni un atisbo de autocrítica, de ética, ...

Son ambiciosos, destructivos, odiosos, pero hay algo en su confección que busca que al lector le resulten no encantadores, pero sí atrayentes. He querido construirlos de tal forma que se vea que a su manera han destruido un país, pero que el lector no pueda odiarlos con todas sus fuerzas. Hay un vago encanto en que sean tan hijos de puta como son. Nunca tienen la sensación de estar haciendo algo mal. Gobiernan un país al que creen que no tienen que dar explicaciones. Para eso son elites.

P Es imposible no leer la novela y no pensar en Cifuentes, Esperanza Aguirre, Rodrigo Rato, ...

R Quizás sea imposible leer la novela de otro modo. El lector se siente dueño del libro que ha comprado, y por lo tanto de imaginar lo que quiera. Cuando lees es inevitable no imaginar, poner cara al personaje, o buscar correlatos en la realidad. Pero es perfectamente posible escribir esta novela sin tener los referentes que uno tiene cuando la lee. Detrás de los personajes solo está la libertad y la imaginación de su autor.

P Escribió la novela antes de que estallara el caso Cifuentes, pero en «Salvaje Oeste» hay una presidenta del Congreso que se inventa una licenciatura de Derecho, y el presidente del Gobierno la justifica: «La valía de una persona está más allá de un papelito que dice ´licenciada´». ¿La realidad a veces supera la ficción?

R Podemos decir que a veces la realidad imita a la ficción. Los hechos casi siempre terminan en el futuro dando la razón a la invención. Y nos lleva a pensar que quizá la mejor forma de explicar los asuntos humanos es inventar cómo funcionan esos asuntos humanos. Hay una parte del mundo solo puede conocerse a través de la ficción. Yo quería explicar cómo opera el poder por dentro, su intimidad, cómo actúan sus elites cuando nadie las ve? y la única forma de hacerlo era inventarlo.

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