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Misión más que cumplida

Misión más que cumplida

Obras de Beethoven, Mozart

y Schubert

Sociedad Filarmónica de Valencia

Palau de la Música

Intérprete: Orquesta Sinfónica de la Universidad Complutense de Madrid (OSUCM) e Inés Romaguera, violín. Concertino: Álvaro Sánchez. Director: José Sanchís.

Feliz visita de esta embajada musical madrileña a las órdenes del maestro valenciano José Sanchís. Joven orquesta formada en 2012 por músicos rebosantes de entusiasmo, estudiantes -chicos y chicas- de diferentes universidades madrileñas, que tocan con el ímpetu propio de su edad, entregados y sigilosos con milimétrica atención a la batuta de su director.

En el programa una añeja selección de compositores vinculados a la Viena de finales del XVIII y el XIX. Desde el primer ataque del «Corialano op. 62», de Beethoven, se pudo apreciar el vigor y el gesto claro contenido en el estructurado criterio de José Sanchís, que impregnó de tintes dramáticos la obertura inicial exponiendo la capacidad sonora de su orquesta, que no fue poca, tanto en la abundante masa de la cuerda como en maderas, metales e incluso la percusión.

Invitada de lustre, la joven violinista Inés Romaguera Lara (Cáceres, 1994), becaria de CulturalArts, quien interpretó (de memoria), el «Concierto para violín y orquesta en Re M, K. 238», de Mozart, el cuarto de la colección mozartiana, una de la joyas de su catálogo, defendido con seguridad y certera línea en el fraseo, expuesto por la artista extremeña con sincera espontaneidad y un sumergido pero noble sonido. Su discurso no apuró los tempi sino que más bien los acopló al momento actual de sus posibilidades. Dicho lo cual, la bien nutrida cuerda de la OSUCM, resultó excesiva en sus volúmenes, motivando que, en no pocos momentos, se velara la línea protagonista del violín, algo fácilmente subsanable en próximas entregas. Eso no fue óbice para que la solista fuera realmente ovacionada en sus varias salidas al escenario.

Finalmente, el concierto finalizó con la «Sinfonía Inacabada», de Schubert, en una lectura en donde la cuerda se mostró mucho más cohesionada. La entrada del vals de los celli fue sencillamente sublime destacando el resto con intervenciones solistas. Posiblemente, la proximidad del maestro y músicos sobre el escenario dificultó calibrar la sonoridad de los vientos en la sala que literalmente sobrepasó al resto de los compañeros.

Ovacionados por los socios de la SFV y un buen número de melómanos extranjeros, regalaron una muy sentida versión de «La Misión», de Ennio Morricone, donde Adrian Arjona, cortó el aire con su límpido sonido. Ellos, todos, son el futuro.

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