P Se va a subastar uno de sus cuadros por una causa solidaria en una fundación de Mallorca. ¿Es habitual su participación en actos benéficos?

R Sí. De hecho, a la Fundación Rana ya le hice una donación hace dos años. Unos platos pintados. Y acabo de venir de Roma de dar dos cuadros a una fundación que trabaja con el Vaticano y a cambio tuve el honor de conocer al Papa.

P ¿Qué le pareció el Papa?

R Muy sencillo. Me costó creer que era el Papa porque no llevaba ni séquito. Me gusta este Papa, pero es algo generacional. Para mí Karol Wojtila es el Papa de mi generación, además de tener grandes dotes de comunicación, simpatía y saber usar los medios. Supo adaptarse a su tiempo y reinventar la Iglesia.

P ¿Ha visto la serie «The Young Pope»?

R Me encanta. He visto tres o cuatro capítulos. Me gusta mucho Sorrentino. Me llamó de hecho para la tercera temporada, pero algo pasó con HBO, que le frenaron, y entonces se puso a hacer una película sobre Berlusconi que ha salido ahora en Italia y que se titula Loro.

P En España se rueda poco cine sobre nuestra historia reciente.

R Sí. Por eso, las películas de Sorrentino no gustan mucho a los italianos. Porque son como un espejo de la sociedad, una sociedad que ellos no ven así. Pero que desde fuera sí se ve que es así.

P El arte contemporáneo es muy conceptual. Su obra es más emocional. ¿Le interesa lo contemporáneo?

R Hace años sí me interesaba todo ese mundo de lo conceptual, pero era cuando yo decía que era artista. Ahora no lo digo, ahora soy un actor que te hace creer que soy un artista. Imagínate lo buen actor que soy. Me interesan más cosas que tengan que ver con la vitalidad, la sensualidad, la belleza... A veces sí que hay cosas un poco intelectuales, pero ya no tanto. Me apetece ser más directo en el mensaje, más ligero. No me quiero tomar muy en serio, a pesar de que alguna gente que no me conoce crea que soy una persona que me tomo muy en serio.

P ¿Por qué no le vemos en el cine español?

R Ayer me ofrecieron un papel. Y ahora me he de leer el guión. Mira, el otro día me encontré a Mario Casas en el aeropuerto y le dije: «¿Tú hablas inglés» «Me dijo que no». Y le pregunté qué iba a hacer en el momento que tocara techo. Entonces yo noté eso en el 2000, que estaba tocando techo. Y una serie de cosas que se pusieron en línea me decían «sal». Y así lo hice. Mucha gente creyó que yo viví en Estados Unidos, cuando no es verdad. Yo vivo donde tenga que vivir, según el proyecto. Pero nunca he vivido en Los Ángeles, lo máximo que he estado allí son cuatro meses. Ahora vivo en Madrid, pero bueno, es el sitio donde guardo la ropa.

P ¿No se siente desarraigado?

R No. Mira, a veces me he sentido fuera de lugar en mi propia casa. Y eso es raro. El arraigo lo tengo dentro: si estás en paz y bien, puedes estar donde quieras.

P ¿La pintura le ayuda a sentir ese arraigo?

R Sí. Porque te pones a pintar y parece que geográficamente no te has movido, cuando en realidad puedes pintar en cualquier parte. La pintura es mi casa. Con los botes, los pinceles al lado, sé dónde estoy.

P Uno de sus últimos proyectos acaba de estrenarse en Cannes y Francia, «El hombre que mató a Don Quijote», de Terry Gilliam. ¿Ha tenido que padecer también ese retraso de 20 años?

R Esos 20 años fueron para montar la financiación de la película. Aunque también hubo otros contratiempos. Y siguen pasando cosas, porque el miércoles aún no sabíamos si se iba a estrenar la película en Cannes por el lío de los productores. El Tribunal Superior de Justicia finalmente desestimó la demanda y se pudo estrenar el sábado. Es una película con muchas expectativas. Podría ser «Miedo y asco en Las Vegas» pero en la época de don Quijote mezclado con la realidad de hoy. Un caos muy organizado. Es una película que también habla del cine dentro del cine. Hago de un ruso millonario, un personaje que es muy gracioso y muy malo.

P Siempre hace de malo. ¿Por qué?

R Es porque soy inteligente, pero esto lo descubrí hace poco. Hace tres semanas y media. En un ascensor. Alguien me dijo algo parecido en Miami, que siempre hacía de malo. Y me pregunté por qué. Me miré en el espejo y me dije: «Soy inteligente». Para ser un buen malo hay que ser inteligente, sino haces del secuaz que pega tiros. Cuando tú vas a ver una película, inconscientemente esperas al malo porque le tienes miedo. Y todo lo que te da miedo te atrae.

P Uno de sus actores preferidos se jubila: Daniel Day-Lewis.

R No me lo creo. Lo lleva diciendo ocho años. Es un actor complejo que hace muy pocas cosas y las que hace las hace con una dedicación total. Imagino que poder encontrar el papel y el proyecto que a ti te haga vibrar no es fácil. Para mí, Daniel sabe respirar muy bien, sobre todo en la última película. No es fácil tener una cámara delante y ponerse a respirar como él lo hace tranquilamente. Además, me identifico mucho con el protagonista de su último filme, «El hilo invisible». Por ese carácter maniático, perfeccionista, de estar conectado con gente importante pero a la vez necesitar su soledad...