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Análisis

Decepcionante y sin rumbo

El coliseo ha programado una temporada pobre y rutinaria en la que se percibe el desabezamiento y falta de guía que sufre el Palau de les Arts desde la dimisión del exintendente Davide Livermore

Albert Girona, Susana Lloret y Roberto Abbado, durante la presentación del programa. levante-emv

Decepcionante. Esta es la palabra que describe con mayor precisión la nueva temporada del Palau de les Arts, anunciada esta misma semana. En el capítulo operístico, se repiten títulos ya programados incluso varias veces, como Turandot, o se insiste en lo trillado y ya también visto, como Rigoletto, Lucia di Lammermoor o La flauta mágica. Mientras, la música de Wagner sigue ajena y olvidada, como las óperas de Richard Strauss. En su lugar, I Masnadieri de Verdi o Iolanta de Chaikovski. Un programa lírico pobre, rutinario y sin rumbo, en el que vuelven a figurar las batutas no deseadas de Roberto Abbado, maestro que, sorprendentemente ha optado por hacer oídos sordos al deseo hecho público por los músicos de la Orquesta de la Comunitat Valenciana (OCV) de que no continúe en su puesto de director musical. Ramón Tebar, sin embargo, ha tenido el buen criterio de no abordar ningún título operístico.

Como batutas invitadas de la temporada lírica, ninguna estrella de las de antaño. Tampoco del presente. El desconocido director inglés Alpesh Chauhan (principal director invitado de la Orquesta Toscanini de Parma) abrirá la pre-temporada en octubre con Turandot, protagoniza por la admirada Jennifer Wilson. El alemán Lothar Koenigs (director musical de la Ópera de Gales entre 2009 y 2016) dirigirá La flauta mágica en diciembre; el deseado Henrik Nánási Iolanta de Chaikovski en marzo (con el protagonismo de Lianna Haroutounian, reciente y fallida Tosca) y el sabadellense Santiago Serrate hará lo propio con La malquerida, del valenciano Manuel Penella, en abril.

Por su parte, Roberto Abbado dirigirá Rigoletto en mayo, con el gancho improbable del gran Leo Nucci como protagonista, y Lucia di Lammermoor (en junio y julio), producción de Jean-Louis Grinda, con el añadido de la presencia en el rol titular de la soprano Jessica Pratt, y del bajo Alexánder Vinogradov. Poco más da de sí la parca temporada lírica, en la que se percibe el descabezamiento y falta de guía que sufre el Palau de les Arts desde la dimisión de Davide Livermore. Una programación cajón de sastre, con títulos seleccionados sin ton ni son, y sin más criterio que el puntual y caprichoso deseo o conveniencia de los directores o cantantes de turno.

La temporada sinfónica tampoco arroja más interés que la lírica. Un batiburrillo de conciertos sin orden ni concierto que parece más destinado a aburrir a los músicos que a crear una afición sinfónica adicta a la formidable orquesta titular del Palau de les Arts. Apenas destaca la Novena sinfonía de Mahler que dirigirá el valenciano Gustavo Gimeno -el otro deseado junto con Nánási- el 9 de mayo, y el programa que propone el asturiano Guillermo García Calvo con obras de Weber, Mozart y Strauss, en el que participa el divo Lang Lang como solista al teclado del Concierto número 24 de Mozart. Un lujo que ha costeado la Agencia Valenciana de Turismo. Ni siquiera Zubin Mehta pudo permitirse el dispendio en los tiempos de bonanza económica, cuando intentó invitarlo al Palau de les Arts para tocar los conciertos de Chopin.

Reseñable resulta también la vuelta de Christopher Franklin, quien tras su gran y merecido éxito con Peter Grimes retorna el 7 de febrero con un programa estadounidense integrado por composiciones de Barber, Bernstein y Copland. Otros directores invitados son Pablo Rus Broseta; el siempre bienvenido Plácido Domingo (22 de diciembre, con alumnos del Centre de Perfeccionament que lleva su nombre; y 30 de marzo, en un concierto lírico con motivo del décimo aniversario del Centre), y Óliver Díaz (el 19 de diciembre, con un concierto lírico en el que, entre otros, cantará Plácido Domingo).

Roberto Abbado insiste en Mahler tras la discreta Séptima sinfonía escuchada en la actual temporada. En esta nueva y nada prometedora incursión le llega el turno a la Cuarta sinfonía, de la que nada se dice de quien será la cantante solista. Será el 12 de enero, junto a obras de Barber y Schubert. Ramón Tebar dirigirá, por su parte, el 7 de marzo un misterioso programa del que no se conoce ni repertorio ni solistas, mientras que el alcoyano Jordi Bernàcer concertará el 4 de octubre un homenaje a la desaparecida compositora Matilde Salvador, nacida en Castelló hace 100 años.

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