José Pacheco, «El Califa», paseó las dos orejas del toro «Langosta», número 23, de la ganadería de Dolores Aguirre, tal día como hoy hace 15 años en Las Ventas. Era su segunda puerta grande de Madrid en tres años pero un día antes del mencionado triunfo, el torero valenciano había enterrado a su padre: «Se me pasó por la cabeza no torear pero mi padre no me lo hubiera permitido. Gracias a él me aficioné al mundo del toro y desde el cielo me dio la fuerza mental para hacer el paseíllo en san Isidro. El Juli me arropó mucho, vino al entierro y me acompañó en el coche de vuelta a mi casa de Colmenar Viejo», afirma El Califa a Levante-EMV. Su progenitor -amigo de Manuel Benítez, El Cordobés, porque coincidieron en el servicio militar- le había inculcado los valores del sacrifico y el respeto hacia la profesión: «Creo que siempre me he crecido en los retos difíciles y el día del festejo me recompuse pero cuando recibí las dos orejas, rompí a llorar», expresa el diestro de Xàtiva.

«En mi primera faena, realicé un gran esfuerzo con un toro manso de José Vázquez. El presidente no me dio la oreja y el público me obligó a dar dos vueltas al ruedo. Cuando entré al callejón, sufrí una bajón de azúcar porque había comido muy poco durante esos días y el doctor García Padrós me puso un gotero hasta el sexto de la tarde», recuerda El Califa.

La faena a su segundo toro fue un compendio de capacidad y corazón, de entrega y valor frente a un toro sin fijeza y aquerenciado a tablas. El crespón negro que lucía el brazo derecho empujó la espada para cambiar el signo de una dura tarde por la alegría de un triunfo merecido: «Fue una faena larga porque quería las dos orejas. Creí en mis posibilidades y en el motor y el fondo encastado que tienen los toros de Dolores Aguirre. Con una tanda de naturales y otra de derechazos, la plaza ya se puso en pie». El terno blanco y oro que estrenó esa tarde está guardado en una vitrina bajo las cabezas disecadas de los dos toros de ese mismo festejo: «Hacía dos años que no me ponía un vestido de ese color por una cornada que sufrí en Córdoba pero decidí hacerme uno igual para volver a Las Ventas y tuve mejor suerte».

El Califa se retiró de los ruedos el año 2010 por una hernia discal y no pudo operarse «porque con hierros en la espalda no se puede torear», aclara. Ahora, José Pacheco dedica la vida a su familia y a la bicicleta pero el recuerdo de sus triunfos permanece.