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El arte de Joan Verdú corroe en La Nau

El pintor de Alzira murió el pasado noviembre mientras trabajaba en una exposición «pop, alegre, colorista y muy filosófica» - La muestra destaca la capacidad crítica y la doble intención del colaborador durante años de Levante-EMV

El arte de Joan Verdú corroe en La Nau

Aseguraba ayer Tomás, hijo del pintor de Alzira Joan Verdú, que la obra de su padre «nos ha impregnado de vida». «Mi padre se ha ido pero nos ha dejado algo muy bueno y muy bonito y que me ha transmitido vida de la mejor manera que podía hacer». Joan Verdú murió el pasado 26 de noviembre mientras trabajaba en una nueva muestra que la Colección Martínez Guerricabeitia le había encargado en 2015. Pese a su enfermedad, este «hijo del pop y nieto del surrealismo», como alguna vez se definió, estaba produciendo una nueva obra más alegre, colorista, irónica y mordaz. «La enfermedad era como que no iba con él. Estaba en un momento de inspiración especial, en mi vida lo había visto trabajar tanto -explicaba ayer Tomás-. La cabeza le iba a mil por hora».

La muerte se cruzó en su camino pero la exposición «Joan Verdú. Bonus Track» está viva desde ayer en el Centre Cultural La Nau comisariada por Mavi Escamilla, con cerca de una treintena de obras inéditas -algunas de ellas inacabadas- y otras recuperadas de su última muestra en vida. «Con Verdú lo real es siempre más de lo que se ve a primera vista. Su trabajo te está diciendo: ´estate atento porque hay algo más, míralo con suspicacia, capacidad crítica y doble intención», advirtió en la presentación de la muestra el vicerrector de la Universitat de València, Antonio Ariño.

Verdú fue colaborador de Levante-EMV durante dos décadas y contaba con una columna semanal en el suplemento Posdata llamada «Versus Omnia» en la que hacía crítica de arte, narraba anécdotas y describía algunas de sus rutinas artísticas. Esta faceta de escritor corrosivo y mordaz, poco amigo de la oficialidad artística, también aparece en sus pinturas, donde los textos tienen una importancia capital. «No hay texto que no tenga un componente político de trastocamiento de las formas dominantes de la cultura, del mundo o del mercado. Todo el imaginario suyo es una apuesta por descubrir esa dimensión de trastienda que es la que realmente importa», destacó Ariño.

La muestra, que permanecerá expuesta hasta el 30 de septiembre, se divide en tres series. La primera de ellas, «Iconos», refleja imágenes de la cultura popular a través de la reinterpretación de mensajes cinematográficos o de tiras cómicas. La segunda -«En el medio está el mensaje», Verdú «explota» su faceta como escritor con críticas por escrito, da un «giro lingüístico» a la teoría de la comunicación de McLuhan y crea una «atractiva adivinanza» a través de dibujos animados y jeroglíficos simbólicos. La tercera serie, titulada «Monstruos», presenta su producción final, con una parte inacabada, y que Escamilla ha completado con seis trípticos que ya habían sido representados con anterioridad en la galería valenciana Mr. Pink.

«La última parte son una serie de trípticos muy conceptuales, en la línea de que sean tres cuadros de distinto tamaño. Pero esta exposición la veo más pop, más alegre, más colorista y muy filosófica, con cuadros como 'Detrás del yo', pero sobre todo lo veo más alegre en las primeras series», indicó la comisaria.

José Pedro Martínez, director de la Colección Martínez Guerricabeitia destacó la «gran dosis de humor corrosivo, realmente ácido», que mezclaba en sus obras con temas dispares «como el sexo, el poder, la muerte, todo ello con un fuerte componente de denuncia». Verdú, tal como recordó Martínez, «no fue profeta en su tierra por su ideología política y por no ser proclive a rendirse a las servidumbres del mercado artístico».

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