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Obra

Un payaso clásico entre bombas

Rafael Pla, «Gran Fele», sube en solitario a las tablas del Teatro Flumen para el Festival Tercera Setmana con «Bluff»

Un payaso clásico entre bombas

Rafael Pla, Rafa o Fele. Gran Fele. Él solo llenará mañana el escenario del Teatro Flumen -a las 18 horas- con el espectáculo «Bluff», una puesta en escena basada en el «payaso tradicional», explica Pla. Sobre la escena -e inspirado en la figura del dibujante Bluff, fusilado en 1940 por sus viñetas- Pla sitúa a un payaso en medio de un conflicto bélico. «Todos conocemos a gente que trabaja en la calle, los primeros en desaparecer. Pero, ¿qué pasaría si uno de ellos se empeñara en hacer su función? ¿Que cuando no caigan bombas siga trabajando?», se pregunta el veterano artista circense.

«Bluff», en la programación del Festival Tercera Setmana, «está dirigido a un público infantil pero no a niños, sino a un público con pocos recursos dramáticos, a gente que busca otras cosas en el payaso», matiza Pla.

Sobre la inspiración de esta obra, asegura que «las ideas vienen, me llegan, yo no las pido, quizá me llegó viendo la televisión. Siempre ha habido gente que, en el derrumbe de la ética, ha antepuesto su moral y mantenido el pulso contra la tiranía».

Pero lo que sí recalca es que la función va a hacer reír y reflexionar, a través de un payaso «skakesperiano», porque Shakespeare tenía payasos «en casi todas sus obras», recuerda. «Es un cosa muy bonita», señala. Sin embargo, añade que «hay que adaptarse a que la gente nos entienda. Es muy vanidoso decir que la gente me tiene que entender a mí».

Ahora se pone solo en escena. Situación poco habitual. «Necesitaba salirme de la rutina de jefe de pista, hacer un poco mi alter ego; todos necesitamos nuestro espacio para no hacer lo de siempre». Y dice no ponerse nervioso: «Llevo tantos años en esto...», reflexiona.

Hasta hacer reír en momentos duros no lo ve complicado. «Es un oficio. He hecho actuaciones en cualquier circunstancia. Hacer reír y reírse es también un mecanismo de defensa para afrontar un momento de llanto, de duelo».

Explica que las ideas antes le llegaban trabajando. Ahora, con la edad, se lo toma con más calma y lo mismo le pilla sentado bajo un árbol que paseando, conduciendo o en plena conversación. «Cuando estoy obsesionado con escribir cosas de payasos me sale algo de miedo y viceversa».

Y hablando del género terrorífico, asegura que «no hay tantas películas con payasos malos, eso es más de los últimos tiempos». Pasa igual, dice, con los ventrílocuos. ¿Por qué? «Porque el mundo de circo es poco conocido y está lleno de tópicos», lamenta. «A los niños les gusta hacer maldades y el payaso es un niño que hace cosas buenas y malas», explica. Reflexiona también sobre cómo «nos quedamos en lo superficial, pero en la Historia ha habido magníficos payasos con historias increíbles; los grandes han sido gente que han puesto su vida en peligro cada vez que salía a escena. Se jugaban el pellejo», recuerda.

La risa que más le gusta practicar es la «absurda» y la que más le gusta oír «la del público de cero a 99 años». Le «irrita y molesta» la «declaración unilateral de buena voluntad» de las instituciones con un sector que dice que está «mal, enfadado consigo mismo, que repite vicios y que no sabe a dónde va». Mientras tanto él, solo sobre el escenario, hará lo que mejor sabe hacer: reír.

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