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Música

Los 'peros' de los festivales de música

Un estudio reconoce la importancia de los macroconciertos para el turismo pero advierte de su relativo impacto en la economía local

Los 'peros' de los festivales de música

La Asociación de Promotores de la Comunitat Valenciana (MusicaProCV) y la Agència Valenciana de Turisme presentaron ayer su «Análisis del posicionamiento turístico de la actividad musical en la Comunitat Valenciana», un estudio dirigido por el profesor de Economía Aplicada de la Universitat de València, José María Nácher en el que se establecen criterios y líneas de actuación para impulsar la industria musical como elemento dinamizador de la actividad turística de la comunidad.

El texto identifica tres segmentos de público diferenciados a los que dirigirse. Los dos primeros son los que más valor tendrían: el del turismo profesional musical (el sector educativo y la industria), con un importante gasto medio y con capacidad para crear marca musical; y el del turismo cultural musical (intérpretes y audiencias), con intereses creativos y culturales y, también, con ganas de conocer el destino y su población. El tercero es el turismo de ocio musical, centrado básicamente en la experiencia «in situ», «escasamente motivado por la identidad local», que exige «funcionalidad al territorio» (seguridad, accesibilidad y habitabilidad) y que genera muchos ingresos a sus operadores aunque no siempre se vean reflejados en la economía local.

Un filtro para los festivales

Este segmento, que corresponde al de los turistas que acuden a los grandes festivales de música, «es el que mejor hemos hecho hasta el momento», aseguró ayer Nacher, que también incluyó a este tipo de espectáculos entre las «fortalezas valencianas» en cuestión de industria musical. «Consiguen un impacto mediático muy rápido y son masivos, pero hay que pasarles el filtro -advirtió-. Hay que saber hasta que punto la industria local participa de sus beneficios».

En este sentido, Nacher reconoció que los eventos musicales multitudinarios como el FIB, el Medusa, el Low o el Arenal «generan publicidad» en todo el mundo de un lugar en concreto, en este caso de los municipios valencianos que los acogen. «Los festivales nos hacen un favor pero ¿qué queda de sus beneficios en el día a día de la música valenciana», se preguntaba ayer el economista. «Que se genere un impacto mediático es bueno si hay profesionales que canalicen ese impacto para crear empleo. Y para eso es importante que se forme a gente (profesionales de comunicación y marketing) que sepan aprovecharlo».

El informe señala, por ejemplo, que los operadores de los grandes conciertos y eventos son «iniciativas foráneas con presencia en el destino muy limitada a la duración de su actividad». Por eso el estudio subraya el peso que han de tener las empresas y población activa local como productores, proveedores y empleados del negocio. Además, Nácher y su equipo destacan lo importante que es «la existencia de una arena o recinto específico y cerrado para grandes conciertos y eventos con un aforo de entre 6.000 y 20.000 espectadores», como sería el que proyecta el empresario Juan Roig junto a l´Alqueria del Basquet de València. Según el estudio, este tipo de infraestructuras son «un elemento muy distintivo en los modelos turísticos-musicales del mundo» y «permiten estabilizar el núcleo importante de actividad permanente para la escena y la industria local».

El estudio advierte de que la «sobreoferta de grandes conciertos y eventos en numerosos territorios del planeta sin tradición musical ni turística», por lo que no sería éste el caso de la C. Valenciana. También asevera que sus efectos tienden a ser pasajeros y es una etapa «poco aconsejable de euforia». Por eso el estudio indica que «lo importante del turismo musical es el efecto a largo plazo sobre la competitividad territorial y sobre el orgullo de pertenencia a la población».

Otros «puntos fuertes» reseñados en el estudio son el importante patrimonio musical valenciano (con compositores como Joaquín Rodrigo o manifestaciones como el Misteri d´Elx) y la alta densidad de intérpretes, incluyendo en este caso a los músicos aficionados de las bandas de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana (FSMCV). También menciona otras iniciativas como el Palau de la Música de València, el Palau de les Arts o el Berklee College of Music.

Por último, los autores recomiendan la elaboración de un catálogo que incluya el conjunto de agentes profesionales de la música en directo y el desarrollo de estrategias entre las administraciones y la industria musical para optimizar recursos, así como la colaboración con otros sectores, como el de la hostelería.

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