El periodista Juan Ramón Lucas se estrena en el campo literario con la novela La maldición de la Casa Grande. Y grande ha sido su ambición al elegir la fascinante historia de Miguel Zapata, «el Tío Lobo», el hoy olvidado magnate que impuso su ley en la Sierra Minera de Cartagena-La Unión.

«Cuando hace algo más de cuatro años llegó a mi vida Miguel Zapata no tuve más remedio que ponerme a novelar la suya», dice sobre su salto a la ficción.

De Zapata le sedujo «la intensidad dramática de su peripecia personal: ganadero, luego minero, cacique, millonario, empresario innovador; cruel, frío y sacudido por esa desgracia en su familia y su salud, que inspira la maldición de la que se habla en la novela».

Pero, ¿por qué se le olvidó? «Probablemente por la relevancia pública de su yerno José Maestre o enterrado para no volver a recordar aquel tiempo de oprobio». «Socialmente -continúa- hoy no sería aceptado de ninguna manera. En la España de hoy no podría darse otro Lobo en lo que tiene de personaje público. En lo privado, me malicio que quedan muchos con esa mentalidad».

Asegura que al escribir esta novela «me he divertido y he sufrido casi a partes iguales, aunque la última fase de escritura ha sido muy dolorosa. Es tremendo cuando te sientes incapaz de plasmar en palabras -adecuadas, hermosas, eficaces- la idea que tienes en la cabeza. Y eso me ha sucedido muy a menudo».

Atmósfera opresiva

Explica que «me he servido de la aproximación real a la violencia, la contaminación y la miseria alrededor de la mina -me importaba mucho describir adecuadamente la realidad de esa atmósfera opresiva y oscura- para descubrir y contar un mundo casi completamente desconocido y tratar de entender a unos personajes reales -la familia Zapata-Maestre- poniéndolos en situaciones verosímiles pero imaginadas. Reconstruyo su personalidad fabulando en torno a los rasgos de carácter que de ellos se conocen y el estímulo y la provocación de personajes inventados que se mueven a su alrededor. Conoces mejor la condición humana con la Literatura que con la Historia».

Sobre si hay algo bueno en Tío Lobo, lamenta que, «desde la mentalidad actual, poco. Pero para su tiempo y su clase era un hombre admirado e influyente. Hoy sería considerado un emprendedor inteligente. Creo que su aportación fundamental fue renovar el proceso del mineraje en aquella zona.

Para el periodista «no puedes escribir como mujer sin intentar serlo, ni describir el dolor sin acercarte a él o tratar de sentirlo. La literatura es más difícil que el ensayo porque te obliga a ser mucho más humano, a convertirte en todos y cada uno de tus personajes y a vivir tú mismo sus historias. Creo que de otra forma no se puede contar».