Walter Benjamin mira al espectador que accede a través del antiguo refectorio del Convento del Carmen a la exposición «Primers moments». El filósofo que dijo que forma y contenido son la misma sustancia de la obra de arte, se ha convertido en sustancia junto a José Ángel Valente y James Joyce (tres ilustres exiliados) por obra de la fotógrafa Ana Teresa Ortega, una de las 33 artistas cuyos trabajos ha adquirido la Generalitat para «enriquecer el patrimonio cultural valenciano» y, de paso, «impulsar» a estos creadores dentro del mercado del arte contemporáneo.

La Conselleria de Cultura ha invertido en estos «primeros momentos» 512.000 euros para adquirir las 33 obras que desde ahora y hasta el 16 de septiembre se expondrán en el Centre del Carme. Ayer se inauguró la exposición y también ayer se reunió el comité de 15 expertos coordinados por el gerente del Consorci de Museus (CMCV), José Luis Pérez Pont, que elegirá las obras que comprará este año la Generalitat. La inversión inicial para esta segunda fase es de 250.000 euros, aunque se irá incrementando según las necesidades, tal como señaló ayer la directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga.

La intención del Consell es repetir cada año este Plan incentivo de adquisición de obras para configurar una colección del arte contemporáneo «que tendrá continuidad en otros espacios y pueblos», según explicó también el conseller Vicent Marzà.

Del tiempo a la sostenibilidad

La Serie pensadores #4 de Ana Teresa Ortega da la bienvenida a la exposición en la Sala Refectori, dedicada al «tiempo y la memoria», uno de los cinco «ejes temáticos» de la muestra, según explicó el comisario de «Primers moments», Ricard Silvestre. En esta misma sala, una pintura de Joël Mestre ( Tres en uno) representa la huellas de lo cotidiano en el presente, y la escultura A la memòria de Sudani de Sebastià Miralles «mira hacia el sur, a los procesos conflictos y la tensiones vigentes».

En esta sala el Prontuario #3 de Bleda y Rosa hace una comparativa histórica entre un suceso y dos lugares distintos. Mira Bernabeu remarca en Sistema inherente Investigación la importancia de la colectividad en la memoria; y Anna Talens usa Horizonte diagonal / Reparando el horizonte de oro para aportar calma y trascendencia. El estudio de Amparo Tormo S/T filtra efectos de una depuración propia de la concepción del espacio. Y Xavier Arenós retorna lo reprimido en su escultura en forma de ondas sonoras Madriguera #9. Proun.

El planteamiento feminista es el segundo eje de la exposición. Paracas de Teresa Lanceta teje la fina línea que separa arte y artesanía. Maribel Domènech representa el empoderamiento de la mujer en La casa y la voluntad de resistir. El bolsón de las palabras de Teresa Cebrián denuncia la vulneración de la expresión libre. Mery Sales recurre en Trazos de una voz a la imagen de Hannah Arendt para reivindicar la libertad de expresión, y Paloma Navares inmortaliza a las mujeres poetas en la instalación Cantos rodados a la memoria.

La fricción entre lo cotidiano y la tecnología es el hilo de la obra en la Sala Carlos Pérez, ocupada en gran parte por Strucuture 3#, de Moisés Mañas, una escultura sonora electro-mecánica. Junto a ella 3389 de Jorge Bulve anima a reflexionar sobre la falta de intimidad. Be careful what you wish for..., de Xavier Montsalvatje propone un ejemplo ucrónico de la evolución de la sociedad postindustrial. F=P.e/1, de Rosana Antolí invita a participar en la acción de sus cuerpos oscilantes. Damià Jordá recurre en Sinfonía industrial al videoarte para reflexionar sobre el choque entre la naturaleza y la industria. Y Olga Diego busca el impacto con su Aeronave de rescate. La sala la cierra el Punto de vista darwiniano de Ernesto Casero sobre la relación entre el humano y el animal.

Las salas 1 y 2 exponen las obras que giran en torno al binomio individuo-sociedad. Tania Blanco «inmortaliza» con mármoles falsos acontecimientos como el 15 M que han marcado la historia reciente. El Space before space de Agustín Serisuelo llena de simbolismo los paisajes de edificios a medio construir. Con Limbo económico en tres actos, Art al Quadrat escenifica el impacto de la economía en la sociedad del siglo XXI. Y hace arte Mar Arza de las antiguas libretas de ahorro en El valor de les paraules.

Fermín Jiménez Landa transforma dos mesas domésticas en el paradigma de la escultura pública y monumental. Pilar Beltrán cuestiona la sociedad a través del gesto poético de un viajante en Cercanías; Xisco Mensua cuestiona la muerte de la imagen en Run, y Aurelio Ayela explora los límites de la geometría tradicional en Gracias.

La «cultura de la sostenibilidad» es el último eje de «Primers moments». Hugo Martínez-Tormo «encumbra» la bolsa de plástico en 3Dsoundprinter_Plastic Bag. Jesús Rivera sienta a dialogar lo tecnológico y lo natural en Lanscapefactorytoward Sci-Fi#5. Nelo Vinuesa reformula el género paisajístico en Atlas, género que Ángel Masip transforma en un marco cósmico con materiales de desecho. Finalmente, separada por 31 obras y varias salas, Inma Femenía parece diálogar con Walter Benjamin apelando en Spectrum Screensaver a la conciencia crítica del espectador convertido en usuario digital.