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Entrevista

Roca Rey: "Soy torero porque me lo pidió el cuerpo, el alma y la mente"

En la pasada Feria de Hogueras se cayó del cartel por las lesiones que le ocasionó una cogida sufrida la víspera

Roca Rey: "Soy torero porque me lo pidió el cuerpo, el alma y la mente"

Andrés Roca Rey (Lima, 1996) es un torrente que surgió sin esperarse. Su juventud se va cuajando poco a poco y su carrera parece un rayo, triunfando en las ferias más importantes y peleando a brazo partido allá donde le llaman para torear. El diestro es osado, el hombre muestra su mente lúcida. Mañana vuelve a la plaza de Alicante.

P ¿Qué tal va la temporada?

R Muy bien, está siendo una temporada bonita en la que estoy viviendo buenas sensaciones. Me siento contento por cómo va todo y la siguiente ya es Alicante. Tengo mucha ilusión, muchas ganas de que llegue.

P En medio de la vorágine, ¿te queda tiempo para la diversión?

R Pues sí porque te diviertes en el día a día, incluso viajando. Creo que hay que encontrarle el punto bueno a todo y mucho más cuando estás exponiendo la vida cada tarde. Hay que aprender a disfrutar la vida o disfrutarla aun sin querer, y así te das cuenta de que hasta en la cara del toro disfrutas como cuando estás con tu gente.

P ¿Qué sientes al ver a tanta gente a tu alrededor buscando esa foto contigo?

R La verdad es que es bonito cuando llegas a una plaza y hay gente para llenarla. Cuando los aficionados se acercan se siente una motivación muy grande, por encima de la responsabilidad, cuando vienen a pedirte una foto o un autógrafo. Sobre todo la gente joven, que cada vez hay más y es muy importante.

P ¿Cuál ha sido el último momento crucial al que te has enfrentado?

R En el día a día vives obligado a tomar muchas decisiones, unas que te llevan por buen camino y otras veces que te equivocas y tienes que aprender de ellas. Estas decisiones van de la mano con lo que va pasando en la plaza. La primera decisión importante que tomé fue la de ser torero y, más que una decisión, fue que me lo pidió el cuerpo, el alma y la mente. Quería ser torero y esto fue lo más importante porque me vine a España desde chico y luego, obviamente, quedarme con el maestro José Antonio Campuzano. Últimamente, estar apoderado también por Ramón Valencia, siendo decisiones que repercuten de un modo positivo en tu vida diaria y en tu profesión para la confianza y la seguridad de uno mismo.

P Tu trayectoria vuela rápido, pero no es tan fácil como parece, ¿verdad?

R Nada fácil. Hay mucho por detrás de lo que se ve. Muchos días y muchas horas de esfuerzo para que luego en la plaza se pueda ver el resultado de todo. Soy una persona que disfruto en la plaza tanto como en los entrenamientos o con mi gente, y aprovecho cada minuto. Como te decía antes, esta es una profesión en la que te juegas la vida y hay que estar muy convencido de que estás disfrutando la vida para poderla exponer. Lo que no tiene sentido es jugártela sin disfrutarla.

P¿Cómo es ese primer paso al salir del burladero para irse al toro?

R Cada día te coge un poco distinto. Hay días que tienes ganas de hacer unas cosas y otros días que se te ponen más difíciles, porque eres humano. Otros días todo sale rodado, como si fuera muy fácil, hay de todo. El momento ese en el burladero cuando ya va a salir el toro es de muchísima concentración, incluso de meditación, de meterte en ti mismo y rebuscarte en ese momento en el que ya pones punto final a la mentalización para llevarlo todo a la práctica.

P ¿Por qué no eres un torturador?

R No lo soy porque el toro tiene la posibilidad de defenderse hasta matarte, no hay tortura porque antes de matarlo estás mostrando las virtudes de ese animal, creando arte y se le está dando el valor como el animal único que es. No lo soy porque mi familia me ha creado como torero.

P ¿Cuál es el sueño que no quieres dejar de cumplir?

R Son muchos esos sueños, pero el más importante es ser feliz siempre. Para una persona estar tranquila y ser feliz consigo mismo es fundamental. Es un sueño porque no siempre lo puedes conseguir por circunstancias de la vida, pero si siempre se tuviese esa felicidad sin dificultades sería como raro y no tan bonito.

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