Ángela Ponce, sevillana, 26 años, 1,77m de estatura y con unas medidas de 90-61-90. De ojos azules y melena castaña. Fue la ganadora del Miss universe Spain 2018 celebrado este pasado fin de semana en Tarragona.

Ángela se convirtió en 2014 definitivamente en una mujer. Se trata, así, de la primera mujer transexual en ganar este título. La sevillana sustituyó a Sofía del Prado, la anterior vencedera, y de tal forma optará como representante española a Miss Universo.

Un hito que sin duda alguna ayuda a disipar algo la neblina que se cierne sobre una sociedad demasiado acostumbrada a unos cánones de belleza tradicionales que no dudan en señalar lo diferente, lo no convencional.

Pues bien ahora la mujer más bella de España antes era un hombre y ello no ha podido pasar más desapercibido para unos jueces que la dieron por ganadora obviando esta circunstancia y demostrando con ello que la transexualidad cada vez derriba más barreras. Esta vez lo ha hecho con una hasta ahora muy sensible: la belleza.

Hace tres años, Ángela Ponce fue miss Cádiz y participó en Miss Universe Spain, pero la organización de aquel concurso no admitía la participación de mujeres transgénero, a diferencia de miss Universo. Circunstancia que pone en perspectiva lo que se ha avanzado, pero también lo larga que es esta travesía hacia la normalización de la mujer transexual. Y eso es algo que siempre ha recalcado la propia protagonista: «El problema está en la educación que recibimos desde pequeños, no nos educan para la diversidad», decía en un vídeo que subió a la plataforma YouTube hace años. Algo que también apuntaba Jesús Generelo, presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB). Generelo lamentaba que siga habiendo «mucha violencia contra el colectivo LGTB» y no sólo en las calles, «también en las escuelas».

Un proceso físico «duro»

Ni ella misma podía imaginar por aquel entonces que se convertiría pasados tres años en la ganadora de Miss Universe Spain.

Por otro lado, este galardón supone un aliento de esperanza para aquellas personas con las mismas dudas con las que contaba Ángela hace años, cuando no era capaz de reconocerse a sí misma: «Lo más duro en todo el proceso es ver cómo mi cuerpo no se desarrollaba como yo quería o necesitaba. Yo iba formándome como algo que no era y no podía hacer nada», explicaba la propia Ángela.